escuela de
atención
mutua

Laboratorio de escucha, pensamiento y acción en torno a la participación cultural de la educación y la implicación educativa de la cultura.

8-19
junio
2020

No-trivial

No-trivial es un dispositivo cuyo objetivo es generar prácticas situadas desde el encuentro lúdico. Un kit de juego que toma la pregunta como detonante para proyectar posibilidades coherentes sobre las claves del desafío compartido.

De cara a agudizar la escucha y la atención, esta herramienta parte del análisis crítico de las experiencias y proyectos de las participantes, abrazando la curiosidad, incertidumbres, problemáticas y limitaciones como punto de partida hacia la innovación.

Interpelando al territorio de las políticas culturales que rigen las colaboraciones entre arte y educación, identificamos 15 preguntas clave (ideas, conceptos, modos de hacer, estrategias y políticas) y diversos modos de afrontarlas que puedes consultar en este apartado. Hemos trabajado en torno a tres esferas:

1

¿Cómo pensamos en las dimensiones del cuidado y la tecnología?

2

¿Es posible convertir la instituciones (culturales y educativas) en espacios de cuidados, afecto y sostenimiento mutuo? ¿Cómo deben cuidar/se sus agentes (docentes, familias, mediadores, artistas y productores culturales, comunidades, trabajadores…) para poder cuidar? ¿En qué medida los vínculos y las relaciones significativas (personales entre agentes) posibilitan la sostenibilidad y cómo evitar que éstos sean sometidos a la instrumentalización o vaivenes políticos?

3

¿Qué tipo de relaciones hacen posible la emergencia de significados compartidos desde distintas posiciones, lugares, experiencias y perspectivas? ¿Nos hemos puesto de acuerdo con qué es cuidar en la escuela y en la institución?

4

¿Cómo transformar las relaciones invisibles e inconscientes de poder que se dan cuando la palabra maestro se pone junto a la palabra arte? ¿Qué cuidados necesita esa relación? ¿Qué formas y ámbitos de circulación deberían tomar los relatos de los proyectos arte y escuela para que la comunidad educativa se sintiese más interpelada hacia la producción cultural?

5

En términos generales, ¿Qué deseos tiene el contexto de la educación formal de interpelar a las instituciones culturales? ¿Desde qué nuevos imaginarios podemos repensar sus relaciones, intercambios y fricciones? ¿En qué rol situamos/deberían situar/se a las familias?

6

¿Qué papel cumple lo virtual en la tensión mediación como servicio o como producción cultural? ¿Se vuelven los vínculos más vulnerables al desaparecer completamente lo presencial o, por el contrario, favorece el retorno a estructuras más verticales?

7

La situación actual nos invita a repensar las condiciones materiales (tiempo, sueldos, contratos mayores y menores, etc.) así como las relaciones entre las instituciones (culturales y educativas) y los colaboradores independientes. ¿Cómo podemos generar más tiempos compartidos (de escucha y diálogo) así como individuales (de reflexión) si seguimos moviéndonos en dinámicas de trabajo sobresaturado y precarizado?

8

¿Cómo afecta lo no previsto a las identidades de instituciones y comunidades? ¿Las expande o las repliega en sí mismas? ¿Cómo debería incorporarse y gestionarse desde las administraciones, instituciones culturales y educativas tan ligadas a los programas y a la planificación de contenidos?

9

¿Cómo generar un mayor grado de libertad en los departamentos de Educación en la toma de decisiones de una Institución? ¿Cómo lograr un mayor grado de visibilidad?

10

¿Cómo llevar más allá el perfil profesional y humano de lxs mediadorxs vinculares entre la Educación y la Cultura (figuras del contexto educativo/formal integradas en el ámbito de la institución cultural)?

11

¿De qué hablamos cuando hablamos de formatos? Si un formato es un «modo de presentación», ¿la importancia del proceso depende de la metodología?

12

¿Cómo plantear un punto de partida ‘común’ desde formatos que afecte tanto a las estructuras de la institución cultural como del centro escolar? ¿Hasta qué punto es posible poner los ‘suelos de ambas a temblar’?

13

¿Cómo posibilitamos relaciones estables, eficaces y sostenibles entre educación y cultura que prioricen formatos centrados en lo reproductivo y no en lo productivo?

14

¿Es posible pensar en formatos replicables cuando es tan importante el trabajo ‘situado’?

15

¿Qué relaciones de poder-saber fomenta, impulsa, estimula un formato? ¿Son sólo válidos los formatos de expertizaje?

Toolkit

porteda de toolkit

El toolkit se compone de una serie de recomendaciones, estrategias y potenciales palancas para la sostenibilidad de las colaboraciones entre la comunidad educativa y el ecosistema cultural. 

Concluimos el laboratorio compartiendo esta caja de herramientas que propone y afronta cuestiones clave a la hora de construir alianzas más atentas, horizontales y significativas en el terreno de la colaboración. 

el camino común

Valorar el ‘camino común’, no sólo el punto de llegada, y contemplar los tiempos de reflexión y dialogo periódicos como trabajo en tiempo y remuneración.

Arteducadorxs / gestorxs culturales Editor/a? Colectivo + Agentes Arteducadorxs/ gestorxs culturales
  1. Diálogo como fase previa para abordar las posibles derivas de la propuesta. Previamente a la actividad, generar un glosario común que promueva la comunicación desde un lenguaje compartido, como archivo vivo revisable.
  2. Detectar palabras clave y buscar definiciones comunes. Crear una «caja de herramientas» de formatos-matriz, compartibles y replicables pero transformables para atender a lo situado.
  3. Documentar y evaluar herramientas en contextos diversos. Prototipar una matriz.

sostenibilidad y pertenencia

Crear escenarios no eventuales que permitan crear sentido de pertenencia.

instituciones culturales o fundaciones + organismo que convoque una convocatoria

instituciones culturales + administración

  1. Apoyarse en profesionales especialistas para revisar los marcos contractuales y promover que favorezcan las condiciones para el correcto desarrollo del las actividades.
  2. Evitar trabajar con empresas generalistas a la hora de desarrollar formatos en arte y educación

redes

Generar redes de instituciones y agentes cómplices.

Instituciones culturales + Docentes + Arteducadoras ( redes de mediadoras de la ciudad) + Administración

  1. Priorizar formatos que puedan tener más durabilidad para involucrar a agentes diversos.
  2. Generar espacios de encuentro previos y posteriores para planificar o evaluar los procesos de forma horizontal.
  3. Sesiones de trabajo periódicas, dinámicas horizontales entre diversos ámbitos.

proceso

Atender a las dinámicas que genera el propio proceso: expectativas, desarrollo etc.
  1. Poner palabras a lo que vas sintiendo.
  2. Atender a la ficisidad y realidad material del contexto.
  3. Trabajar con un formato en el que se puedan dar estos diálogos.

desde los límites

Pensar críticamente sobre los límites reales.
  1. Detectarlos para pensar las posibilidades de trabajo.
  2. Reflexionar sobre las libertades «de correa corta» . Pensar en las podibilidades mismas del espacio (como correr por el pasillo de la escuela o la institución).
  3. Contrastar límites también con puestos como dirección, patronato, recursos humanos… y contar con su complicidad.

saberes

Desmontar la jerarquía de saberes, asumiendo el cambio y las consecuencias.
  1. Revisar el “expertizaje” para que el saber sea social y no individual.
  2. Elaborar un cuerpo de guías de buenas prácticas para formatos arte-educación que presente formatos que fomenten la compensación de las desigualdades, al servicio de la colectividad. Asimismo generar una bases de datos en la que compartir diversos formatos pública, abierta, revisable…
  3. Transformar las relaciones de poder en vínculos desde el Ser. Pensar el tipo de conocimientos que deseamos crear y diseminar, qué saberes queremos (re)presentar, visualizar, y sobre todo cómo construimos nosotras mismas nuestros saberes.
  4. Cuestionar el prestigio de los saberes hegemónicos y apostar por aquellos saberes colectivos que queremos sacar a la luz mediante una actitud de atrevimiento. Flexibilidad en los contextos y procesos. Amateurismo y el error, puntos claves.

virtualidad y proximidad

Potenciar la colaboración de proximidad (regional) y aprovechar la posibilidad que ofrece lo virtual para forjar colaboraciones a distancia (internacional).

trabajar con agentes culturales/artísticos que trabajen ya en esas lógicas y formatos trasladables

gestores curturales, equipos de mediación, educadores, creadores, bibliotecas, instituciones culturales y educativas

nivel sectorial (institución implícita)

colectivos

distintos niveles de la administración (ministerio, administración local, regional)

  1. Trabajar con proyectos que tienen lo colaborativo y lo experimental en su adn para para que puedan adaptarse a lo virtual o a lo físico con nuevas metodologías.
  2. Explorar metodologías experimentales que combinen lo virtual y lo presencial según la situación,la mediación y el proyecto lo requiera. Promover formatos y modelos orientados a facilitar la colaboración, la experimentación y la producción cultural.
  3. Promover la acción colectiva internacional para la organización de laboratorios ciudadanos distribuidos.
  4. Las instituciones pueden facilitar esas conexiones, permitiendo a cada nodo jugar su propio papel.

estabilidad

Potenciar equipos de mediación y educación estables, con recursos, tiempo y proyectos propios con los que tejer vínculos desde la institución cultural con el territorio y sus comunidades.

jefes de departamento / técnicos de cultura / direcciones

  1. Formar grupos de trabajo heterogéneos, aceptando sus diferencias e identificando puntos comunes.
  2. Generar grupos de trabajo para repensar políticas públicas tranversales y a la vez pensar esas políticas de manera situada con equipamientos, sus redes y comunidades.

derechos culturales

Poner en valor en la esfera pública la dimensión educativa de la cultura y la dimensión cultural de la educación.

El Departamento de educación/mediación tendría que ser copartícipe de las decisiones de gestión y programación del equipamiento.

Creadorxs, investigadorxs, gestorxs, docentxs, educadorxs, arteducadorxs de todas las prácticas/ disciplinas artísticas y de distintos ámbitos»

  1. Redefinir el ecosistema de referencia de la institución artística y considerar cómo se articula la programación en relación al trabajo con las comunidades.
  2. Incoporar agentes, instituciones y ámbitos que trabajan practicando/experimentando intersecciones entre comunidades, arte y educación. Centralidad en el organigrama del Departamento de educación/mediación.
  3. A partir del eje educación-mediación, resituar la ciudadanía y los derechos culturales en el centro de la institución cultural potenciando el trabajo en red más allá del ámbito artístico.
  4. Proyectar en la esfera pública el valor de la práctica artística como espacio de construcción social y cultural des de y con la ciudadanía (Es un relato que debería refejarse en la práctica de las instituciones culturales, defenderse fuera del sector cultural y ser asumido por los (programas) y políticos).
  5. Facilitar la colaboración entre instituciones culturales y educativas desde arriba (al recaer sobre todos la responsabilidad, la visibilización y el reconocimiento es mas amplio).

mediador vincular

El mediador vincular debería ser más independiente de lo institucional y tener un compromiso social, más allá del ámbito educativo o artístico.
el poder de lo local y de los trabajadores y técncos estables que se quedan más allá de los responsables políticos
  1. «Vincular» implica permanencia y sostenibilidad (canales sostenibles, que no necesitan grandes medios) + allá de las convocatorias.
  2. Crear un sentido de pertenencia de calidad desde una relación estable que no sea ocasional, eventual o precaria.
  3. La escucha sensible: las instituciones deben escuchar más a los educadores (no solo contar con ellos) y colaborar en contextos formales que sean «reales».
  4. Generar comunidades de co-aprendizaje desde la horizontalidad, con tiempos y recursos para la formación del mediador desde su propia autoconstrucción y la colaboración de empresas expertas en el ámbito.
  5. Definir más y mejor el perfil profesional del mediador vincular desde una visión interdisciplinar y complementaria. (Ej: desde el ámbito universitario promover imaginarios y más peso en artísticas).

lo no previsto

Frente a lo no previsto que no sean solo los obreros de la educación o la mediación los que pongan el cuerpo. Ellos reaccionan a la urgencia porque lo no previsto forma parte de su praxis, pero corresponde a la institución planificar el después en su parte programática. Cuando todo es urgencia los cuerpos de los subalternos terminan no resistiendo (lo no previsto es intrínseco a nuestras prácticas)

Docentes de todos los niveles educativos (importante señalar el apoyo que puede dar lo universitario).

Artistas comunitarios y/o arteducadores

Gestores culturales y gestores educativos con capacidad para canalizar lo gestado de abajo a arriba.

  1. Canalizar y visibilizar. Lo no previsto es indeseado cuando se pierden las voces.
    Crear un marco de actuación lo suficientemente amplio para contemplar lo no previsto. Proyectos en los que la institución otorga confianza y margen a sus colaboradores, en los que lo no previsto se ve como un valor de crecimiento. (algunas ocasiones no es fácil distinguir entre lo no previsto cesado y no deseado).
  2. Resignificar eficiencia – productivo y productivo.
  3. Evitar intermediarios que que solo buscan lo eficiente, productivo y rentable (privatizados).
  4. Creación de espacios transversales especializados en lo no previstopara que los agentes clave* se desarrollen dentro de las instituciones (tanto culturales como educativas), con dotación de tiempo y espacio. Alternar dichos espacios para tener en cuenta las dos esfetas/realidades.
  5. Matizar lo que entendemos por no previsto: lo no previsto deseado, esto es, aquello que es indisociable de la práctica creativa, docente o educadora y que supone incluir las voces que llegan desde el trabajo con la comunidad; o lo no previsto como aquello que es indeseable, como puede ser un recorte presupuestario.

coherencia y cuidados

Practicar desde la coherencia (discurso-acción) sobre tiempos y cuidados
  1. Conjugar necesidades de la ciudadanía con procedimientos legales desde el co-diseño, de abajo a arriba.
  2. Darle a lo público el espacio para incorporar lo no previsto en tiempo real.
  3. Pensar, evaluar, tiempos de formación forma parte de los procesos a poner en valor
  4. Tiempos compartidos: también es compartir recursos y gastos entre instituciones (para no contra-programar).
  5. Pensar en condiciones materiales (remunerar) y planificar (integrar en tiempos laborales tanto trabajo individual como colectivo y formativo).
  6. Conectar diversos proyectos entre sí.

memorias y evaluaciones

Convertir las memorias en una herramienta evaluadora en algo que nos permita detectar el tema de los cuidados no es un simulacro, y transformación de comportamientos y actitudes, detectando claves y límites.

Equipos evaluadores de instituciones culturales y centros educativos, generando evaluaciones y memorias transformadoras, no burocracia.

  1. «Vincular» implica permanencia y sostenibilidad (canales sostenibles, que no necesitan grandes medios) + allá de las convocatorias.
  2. Crear un sentido de pertenencia de calidad desde una relación estable que no sea ocasional, eventual o precaria.
  3. La escucha sensible: las instituciones deben escuchar más a los educadores (no solo contar con ellos) y colaborar en contextos formales que sean «reales».
  4. Generar comunidades de co-aprendizaje desde la horizontalidad, con tiempos y recursos para la formación del mediador desde su propia autoconstrucción y la colaboración de empresas expertas en el ámbito.
  5. Definir más y mejor el perfil profesional del mediador vincular desde una visión interdisciplinar y complementaria. (Ej: desde el ámbito universitario promover imaginarios y más peso en artísticas).

co-diseño

Estructuras más horizontales, dentro de las instituciones y en su relación el tejido cultural y social. Redistribución de poder y los privilegios.

Docentes de todos los niveles educativos (importante señalar el apoyo que puede dar lo universitario).

Artistas comunitarios y/o arteducadores

Gestores culturales y gestores educativos con capacidad para canalizar lo gestado de abajo a arriba.

  1. Poner el centro las relaciones y la escucha.
  2. Considerar el acceso a la producción cultural y a una educación basada en experiencias significativas como realidad aumentada para abrazar la complejidad. Puesta en valor de la cultura como espacio de aprendizaje sin igual y herramienta de cambio.
  3. Localizar el simulacro

colaboraciones dignas

Garantizar las condiciones dignas de los colaboradores dignas (teniendo en cuenta que no tienen la estabilidad) y garantía de las condiciones de empleo.

  1. Generar marcos de co-diseño de programas con colaboradores externos (diseñar condiciones del propio marco).
  2. Forzar jerarquías. Revisar privilegios.
  3. Puesta en valor de la noción de interdependencia entre públicos, creadores, educadores, instituciones, tejido social, etc. y entre los distintos departamentos de una institución.

estabilidad y horizontaidad

Generar grupos de trabajo estables entre instituciones educativas y culturales que den forma a una arquitectura administrativa duradera que posibilite este tipo de proyectos y la experimentación de formatos.

trabajadores con condiciones de privilegio / Cargos políticos (locales)

técnicos de educación, inspección

Agentes culturales y educadorxs de dentro y fuera de las instituciones

funcionariado y agentes institucionales (los políticos pasan y el funcionariado queda y es palanca

(relaciones duraderas pasan por trabajadores estables)

profesionales a cargo de programas / agentes externos /administración pública / ciudadanxs interesadxs

  1. Espacios de encuentro periódicos. Plataforma de espacios formativos / asambleas / herramientas.
  2. Marcos de formación compartidos y cursos de formación por parte del profesorado a las instituciones culturales.
  3. Marcos de trabajo compartidos, alianzas y «»pedagogía interna».
  4. Lenguaje común + glosario (por proyectos).

escucha y atención

Programación cultural y educativa basada en el contexto, las comunidades y el bien común, dando respuesta a las necesidades del entorno (no mirar para otro lado).

«Agentes culturales y educadorxs de dentro y fuera de las instituciones

funcionariado y agentes institucionales (los políticos pasan y el funcionariado queda y es palanca (relaciones duraderas pasan por trabajadores estables)

departamentos de educación/mediación de instituciones culturales»

  1. Proyectos abiertos que vayan cerrando los diseños en complicidad y colaboración con toda la comunidad educativa para que realmente responda a sus necesidades y legitime de este modo las voces de sus participantes.
  2. Enunciar estos proyectos desde el aprendizaje a través del arte basado en el trabajo colaborativo, horizontal y honesto. La/el artista no es un genio separado de la realidad, ni la/el docente el guardián del conocimiento. Cada una de las personas implicadas comparten saberes con un horizonte común, desde el acompañamiento (y no la guía), desde el aprendizaje (y no la enseñanza) y desde la generosidad (y no el egocentrismo).
  3. Situar las prácticas y metodologías que operan en estos proyectos como palancas de aprendizaje y la transformación social, apartados de las lógicas de mercado.

derechos digitales

Incidir públicamente en que la tecnología, y en especial las asociadas al teletrabajo y a la educación online, no sustituye el trabajo de cuidados realizados principalmente por mujeres.

Ciberfeministas, Artistas, Mediadoras.

Docentes, Mediadores culturales, Promotores de proyectos de Educación Artística

  1. Realizar una campaña que sea viralizable, memética, anónima a partir de una reflexión en común por agentes interesados. Un texto – punto de partida.
  2. Construir un repositorio de tecnologías accesibles, gratuitas y con garantías de respeto a la privacidad mediante un protocolo público – común que tenga en cuenta las perspectivas de la educación y el cuidado.
  3. Aprendizajes del movimiento hacker y del ciberfeminismo.
  4. Aportar enmiendas, recomendaciones, críticas al proceso de Carta de Derechos Digitales que acaba de empezar

colaboración con la universidad

Las Facultades de Educación pueden ser mediadoras en sus propios territorios y verse reforzadas en ello a través de la colaboración directa con la institución cultural.

UNIVERSIDAD
Docentes en situación laboral estable.
Personal de gestión

INSTITUCION CULTURAL
responsables de los departamentos de educación y Gestión

Organización de mesas de trabajo dentro de las propias aulas y del horario lectivo con agentes de la institución cultural, donde se puedan de construir los imaginarios y establecer diálogos muy directos.

Una mejor formación del profesorado desde la Universidad con la colaboración de la institución cultural, de manera que esta sea visible y amigable desde el principio.

Desde la universidad aprovechar los proyectos de innovación docente para poder llevar a cabo experiencias colaborativas entre estudiante (arte-educación) instituciones culturales y colegios.
estrategia: reconocimiento académico.

Desde la Universidad a través de las iniciativas de los propios docentes, crear grupos de CURIOSIDAD más que de trabajo, docentes diferentes áreas de educación, del contexto de bellas artes, estudiantes de los diferentes grados.
Se puede hacer de manera que no suponga un sobre trabajo, sino un espacio de aprendizaje en donde cada uno puede ver reconocido su esfuerzo, desde lo personal y también desde lo legitimado.

La institución cultural podría acercarse a la universidad (departamentos de didáctica) o viceversa para conocerse.
Atender a las áreas de organización escolar, entenderlas y trabajar con ellas desde la idea de descarga y no carga, es decir, desde el cuidado.» «Acciones directas de la Institución cultural (dep. de educación) hacia la Universidad en la formación de profesorado, programas de colaboración específicos, que permitan la escucha, evidencien las posibilidades contribuyan a la creación de deseo.

reconocimiento mutuo

Establecer proyectos a medio plazo entre instituciones culturales y educativas, reconocidos laboralmente en horario y créditos de formación/ investigación.

Miembros de una institución cultural y una escolar con disponibilidad para reunirse, poner en pie el proyecto para su reconocimiento oficial.

  1. La reunión: sistematizar el encuentro directo entre miembros de una institución cultural y una escolar alrededor de inquietudes comunes sobre los comunes, los afectos o los cuidados.
  2. Reconocimiento de los iguales e institucional, visibilidad, evaluación, comunicación pública, dotación presupuestaria y liberación horaria.

Info general

escuela de atención mutua

1-19
de junio
2020

La escuela de atención mutua es un espacio de pensamiento e intercambio de saberes y preguntas desde las que tender puentes entre el ecosistema cultural y la comunidad educativa fuera de los caminos ya transitados.

Durante dos semanas, hemos reunido a un grupo de especialistas y trabajadorxs clave con el objetivo de realizar un ejercicio de imaginación colectiva que nos permita dibujar otros formatos de alianzas hacia la construcción de una nueva cultura atenta a la educación y una nueva escuela atenta a la cultura. Formatos que a su vez forman parte de un compendio de recomendaciones de políticas culturales a ser implementadas por la Comisión Europea.

En la web de la EAM podéis consultar y participar en el:

  • toolkit
  • juego no-trivial
  • recursos, textos y audios
  • repositorio colaborativo de proyectos y referencias (abierto a nuevos aportes)

En la escuela, hemos:

  • generado un espacio de pensamiento para analizar y problematizar las relaciones entre arte y escuela.
  • imaginado y propuesto juntxs colaboraciones significativas, sostenibles y atentas a las diversas necesidades.
  • situado la escucha en el centro de la actividad, como catalizador de esa atención que buscamos y para hacer frente al escenario crítico en el que nos encontramos.
  • formalizado los materiales extraídos del taller en un compendio de recomendaciones y estrategias.

Repositorio colaborativo

Este es un espacio se ha abierto para compartir referencias, lecturas, proyectos, vídeos u otro tipo de materiales que se ha considerado significativos para seguir construyendo pensamiento en torno a este marco de trabajo, tanto entre lxs participantes como con la comunidad internacional.

GIRA

Comparte: María Acaso

Intervención de Amaia Pérez Orozco en Comisión del Congreso de los Diputados - reconstrucción COVID-19

Comparte: Pedro Jiménez (está en nuestra cuenta de YT porque lo publicamos el jueves)

Título de página que comparto

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Nombre del archivo que comparto

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Link al video que quiero que veais

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Si prefieres aportarnos un documento, dossier u otro material digital puedes hacerlo aquí (max 10 MB)

Recursos

Materiales comisionados

Participative Democracy: A Tautology?
(en: ART AS A CRITICAL ALLY. Commoning Politics and the Issue of Participative Democracy)

Pascal Gielen y Hanka Otte University of Antwerp

INTERPRETANDO LA ATENCIÓN MUTUA

audio-correspondencia entre Javier Rodrigo (Transductores) y Sofía de Juan.

Materiales adicionales

Para acotar el marco de trabajo de cada grupo de pensamiento, completamos estos recursos generales, con algunos materiales preexistentes que consideramos pueden contribuir a centrar la perspectiva de cada temática.

grupo 1. cuidados y relaciones

¿Qué es un cuidado transgresor?

Artículo por Lara García Díaz perteneciente al cuerpo de trabajo desarrollado por Zemos98 en proyecto de investigación “Pedagogía de los Cuidados”. 2019

grupo 2. lo no previsto

Pequeño léxico para la auto-gestión del caos.

Podcast de Amador Fernández Savater perteneciente a “Historias de la colaboración”.

grupo 3. formatos

ORNITORRINCO ¿Cómo pueden trabajar las instituciones culturales y educativas juntas?

Texto de Andrea De Pascual y David Lanau publicado en “Pedagogías Feministas, Políticas de Cuidado y Educación” Grupo de Educación de Matadero Madrid. 2019.

01. ¿Cómo pensamos en las dimensiones del cuidado y la tecnología?

Si estamos en una situación de emergencia, lo público tiene que hacerse cargo del acceso a la tecnología de los desconectados. Es un nodo umbilical de afecto con la escuela, con el grupo de los iguales, primer peldaño de otros accesos al conocimiento o la cultura. No debemos dejar esto en mano de las ideas felices de los políticos que hacen contratos con multinacionales tecnológicas. La iniciativa de x-net con familias en Cataluña me parece una respuesta de abajo a arriba muy potente.

Sobre las brechas de género: esta situación ha evidenciado algo que ya intuíamos: l*s hij*s son un poco más de las madres. Me han llegado varios testimonios de madres profesoras se dediquen por las mañanas a ayudar con tareas tecnológicas a hij+s, para comenzar a mandar materiales a las aulas virtuales y contestar correos cuando estos se iban a la cama. No me han llegado de compañeros.

Hablar de las dimensiones del cuidado y la tecnología es hacer referencia a la “presencia” como lo vivido, lo real, los encuentros “en directo”, el vínculo social, el cuerpo, la naturaleza o lo comunitario y a la “ausencia” como los conceptos, las ideas, lo individual, la virtualidad, los significados o la abstracción. Hacerlas excluyentes una de la otra es como volver a la división dualista entre la mente y el cuerpo teóricamente superada. La persona es una unidad interrelacionada e indivisible. Así, por extensión de la idea, el cuidado y la tecnología han de caminar de la mano, para que no prevalezca una sobre la otra y ambas se acompañen mutuamente sin asimetrías ni descompensaciones. Quizás haya que pasar del cuidado de la tecnología a la tecnología del cuidado que significa como aprovechar lo mejor posible lo que ofrece la virtualidad para el bienestar de las personas.

Reforzando estructuras y herramientas tecnológicas públicas y abiertas. Poniendo límites temporales, funcionales, de credibilidad a los productos novedosos,…

Creemos que hemos vivido en nuestras propias carnes una gran trampa con el teletrabajo y los cuidados. La tecnología puede proveer de herramientas y liberar tiempos pero igual te absorbe. Buscar los equilibrios entre ambas esferas pasa por reflexionar sobre el uso de la tecnología online en el hogar. Quizás después de la experiencia del confinamiento sería el momento de hacerlo.

La piel es importante. Pero creo y he vivido experiencias en las que lo tecnológico ha sido una buena herramienta para facilitar los cuidados. El problema es cuando la herramienta se convierte en el objetivo

2. ¿Es posible convertir la instituciones (culturales y educativas) en espacios de cuidados, afecto y sostenimiento mutuo? ¿Cómo deben cuidar/se sus agentes (docentes, familias, mediadores, artistas y productores culturales, comunidades, trabajadores...) para poder cuidar? ¿En qué medida los vínculos y las relaciones significativas (personales entre agentes) posibilitan la sostenibilidad y cómo evitar que éstos sean sometidos a la instrumentalización o vaivenes políticos?

No ir como una moto: tener tiempo y espíritu para hacer cosas que no sean currar.

Respetando las tareas y las condiciones laborales de tod*s.

Pagando el trabajo.

No demandando que se haga autónomo personal que debería ser al menos indefinido, si no funcionario.

No pidiendo a la gente que haga el trabajo de tres.

Luchando contra la burocratización, que ha convertido nuestras tareas en infinitas.

No convirtiéndonos en cadenas de transmisión de un sistema injusto y enfermo, especialmente cuando tenemos jefaturas, direcciones o pequeñas cotas de poder.

Hablando más con los iguales y tomando menos ansiolíticos.

Escuchando el malestar como síntoma.

Haciendo pedagogía política, para que no votemos al que nos roba y nos desprecia.

Desenmascarando las condiciones neoliberales en las que se encuentran.

 Ambos son espacios que tradicionalmente han cuidado. Pero no precisamente a las personas. Han cuidado de los relatos frente a las narrativas. A las personas, especialmente en las instituciones educativas, no se les ha prestado cuidados. Han sido un mal molesto, que cada vez ha visto como algo necesario. El problema es que el sistema lo que cuida es al cliente, no al copropietario.

Es indudable que se adivina deseable y necesario. La posibilidad viene dada desde la necesidad, como se ha demostrado en la situación de emergencia que acabamos de vivir, y la respuesta también podemos encontrarla en esta experiencia, que ha pasado obligatoriamente por “parar de hacer”, encontrar tiempo para repensar, detener el “activismo”, tomar conciencia, caer en la cuenta, priorizar, ir más despacio, comprobar que “más no es mejor”, tener en cuenta al otro, a la comunidad, al bien común, no a los intereses particulares. Si somos capaces de llevar de la mano estos aprendizajes cuando volvamos a la (nueva) normalidad avanzaremos en los cambios que pueden contribuir a contemplar el cuidado como un valor social a reconocer como corresponde. En la escuela 0-3 años el cuidado está denostado porque está ligado al imaginario de lo asistencial y no educativo. Convirtamos el imaginario social del cuidado en algo tan importante y fundamental como lo educativo. La política se hace desde las leyes, pero los cambios reales no pueden esperar a que la ley los licite, ya que las necesidades sociales siempre van por delante de los cambios validados por la política.

Las instituciones culturales y educativas pueden serlo, siempre y cuando sean más inclusivas y horizontales, permitiendo que se empapen de lo improvisado, de lo caótico, de lo orgánico. Esto se alcanza cuando todos sus miembros pueden expresarse de una manera fluida y natural// El cuidado de docentes, familias, artistas o mediadores pasa poner resistencia a la precariedad, entendiendo cada uno qué significa lo precario desde su contexto. Sea cual sea pasa por una mejor comprensión y compasión para con nuestros tiempos y espacios. No ceder nuestro cuerpo siempre como escudo de la institución de la que formemos parte// Los vínculos y las relaciones personales son el verdadero garante de la sostenibilidad de un proyecto, porque es el bálsamo de cuidado que no reciben de las instituciones. Estas alianzas permanecen más allá de vaivenes o instrumentalizaciones, pero hay que estar abiertos a que quizá muten, o incluso migren, polinizando nuevos espacios. Estos vínculos una vez creados no se destruyen, solo se transforman.

Es fundamental hacer genealogía de las instituciones que habitamos para saber de dónde venimos. Cuando hablamos de cuidados y de afectos hay que poner definiciones a las palabras, porque corren el riesgo de utilizarse demasiado. Es importante pensar la propia práctica educativa, pensarse como educadora, pero también pensar en porqué hacemos lo que hacemos y qué tipo de plusvalías genera eso.

Es posible y necesario convertir las instituciones en espacios de cuidados y afecto pero hay que establecer las condiciones materiales precisas para poder hacerlo. Los vínculos son la base para crear comunidades sin ellos es imposible sostener las relaciones significativas. Si las propuestas de las instituciones no responden a un momento puntual  y están pensadas como proyectos con un recorrido y no algo puntual que endulza  su programación y su revalorización  en redes, será mucho más fácil evitar instrumentalización y vaivenes políticos.

Sí. A través de estructuras más horizontales, que favorezcan las relaciones entre las personas, la escucha y la inclusión de todas las voces. La toma de decisiones más consensuada, y el trabajo coordinado hacia dentro y buscando la colaboración entre diferentes áreas, agentes… hacia fuera. Poniendo en cuestión el carácter productivo de la actividad institucional y poniendo la vida en el centro. Esto supone atender a las diferentes realidades de las personas que forman los equipo y proponer una estructura flexible que no anteponga los objetivos marcados desde un planteamiento de producción y consumo.

3. ¿Qué tipo de relaciones hacen posible la emergencia de significados compartidos desde distintas posiciones, lugares, experiencias y perspectivas? ¿Nos hemos puesto de acuerdo con qué es cuidar en la escuela y en la institución?

Venimos considerando que uno de los grandes retos tanto para la institución cultural como la educativa es el de facilitar tiempos y espacios para que emerjan significados compartidos en el seno del grupo. Asimismo, queremos que estos surjan también entre ambas estructuras.

En mi opinión, estos significados no solo comprenden la noción cognitiva de estar de acuerdo en aquello que queremos decir cuando decimos algo, sino que hay una dimensión ética que implica la idea de “valor”. Esta dimensión de la palabra “significado” se refiere a la importancia, la intensidad, que nos evoca un signo, acción o fenómeno. En definitiva, aquello que es significativo para nosotrxs. Algo que, finalmente, es interpretable y vivencial y no siempre es suficiente trabajar sobre el consenso y el acuerdo para considerar que hemos llegado al punto en que esos significados se puedan llamar “compartidos” (que no comunes).

Aunque esquematizar conlleva el peligro de la simplificación o la caricatura, creo que es precisamente en este último aspecto donde hay una vía de encuentro. Tradicionalmente, tanto escuela como instituciones culturales atienden a la preservación y difusión de conocimientos específicos, vinculados a objetivos curriculares, en el caso de la primera, o de colección, en el ejemplo claro de los museos. No obstante, ambas instituciones tienden de forma paulatina a la supresión de la trasmisión unidireccional de conocimientos y ésta convive ya, en muchos casos (y gracias a la voluntad de los profesionales que así lo promueven), con metodologías que implican nuevos objetivos vinculados a los afectos y el autoconocimiento. El Ministerio de educación y formación profesional ya incorpora estos aspectos como objetivos clave en la enseñanza obligatoria. Y cada vez hay más museos -por apelar de nuevo a las estructuras culturales más antiguas- que ya incluyen las políticas culturales y la atención a la comunidad en sus programas, por lo menos en los educativos, donde se recurre también a nuevas metodologías inseparables de esos objetivos que buscan ir más allá de la participación y entrar en el terreno de lo realmente colaborativo.

En cuanto a si nos hemos puesto de acuerdo o no… El punto de partida es, en mi opinión, la REUNIÓN. Puede parecer una respuesta banal. Pero si se da una sistematización y periodización del encuentro directo entre miembros de una institución cultural y una escolar; si este encuentro parte de la pregunta real (por querer saber del otro, sinceramente), el silencio y la escucha activa, posiblemente emergerán esos valores compartidos entre ambas estructuras y esto será la antesala para poder dar espacio a aquello que es significativo para las personas que van a protagonizar los procesos.

Siendo coherente con el carácter y el objetivo de las actividades que queremos desarrollar, es una reunión que no busca la unión de metas cognitivas, ya que éstas pueden ser distintas para cada institución e incluso depender de instancias ajenas a los miembros de la reunión. Este contenido de orden más técnico-cognitivo puede ser una herramienta más para alcanzar la visibilización de esos significados compartidos entre las personas. Por otro lado, desde la reunión, no buscamos tampoco “lo común” ni entre los miembros ni entre las personas que conformen el futuro grupo; no queremos que se uniformice bajo el paraguas de una serie de identidades acordadas o consensuadas, sino que se facilita al grupo divergir y converger, aprehendiendo la diversidad como algo inherente a la convivencia y expresable en todas sus dimensiones.

Si fuéramos números, diría que es posible que hayamos invertido mucho tiempo buscando el máximo común divisor (o denominador, como decíamos en mi época). No voy a llevar el símil matemático hasta el límite de decir que hay que buscar el mínimo común múltiplo. No obstante, tanto en el grupo de personas como a la hora de buscar el entendimiento entre dos estructuras como la escolar y la cultural, al incluir en la operación los cuidados como clave de la convivencia y el conocimiento, incluiremos en los encuentros y las conversaciones algunos factores que habíamos dejado de lado en aras de un supuesto consenso. Creo, finalmente, que si dejáramos de buscar el común absoluto, desde las ya mencionadas escucha activa y acción, sentaríamos la base para hacer del compartir algo significativo.

Escuela, museo, institución forman parte de la mano izquierda del estado (Bourdieu), con la contradicción de que queremos cuidar, pero no siempre podemos o sabemos. Queremos cuidar al chico gitano, o a la chica que se autolesiona, pero el temario, la burocracia, los estándares… no me dejan. Queremos a la gente en los museos, pero su profe no se implica, o estos no saben qué hacer cuando entran en la sala, o ser participativos o relacionarse como nosotros queremos. Nos sentimos mal, porque algo nos dice que aunque el sistema nos dice que nos quiere mucho, que qué importante es la cultura o la escuela, no quiere lo que somos y cómo somos. Quiere el simulacro de las aulas innovadoras y los niños tirados por el suelo, la foto en la prensa, la memoria anual, la junta de accionistas. Pero no quiere gente sintiente, oliente, hablante, cuestionadora y libre. Cuidar es poner las bases para que la libertad de todes, incluso del que todavía no sabe ni cómo ni por dónde empezar, suceda.

No solo buscando consensos. Buscando la confrontación constructiva y la definición de un tesauro común

Las relaciones humanas desde la revolución cognitiva se articulan en torno a unas características basadas en la cooperación social, la empatía, el saber del otro para sentirle confiable, la capacidad de inventar y compartir imaginarios, relatos, ficciones o mitos. El hecho de ser humanos nos habilita ya para existir juntos desde la comunicación de significados y sentidos. Por otro lado, las distintas posiciones, lugares, experiencias y perspectivas actúan como impulsoras y dinamizadoras de la creación cultural, ya que la divergencia de los pensamientos, los valores, las ideas o los distintos puntos de vista son los que realmente nos confrontan con la diferencia, obligándonos a repensar, revisar, reconsiderar posturas y desarrollar nuestro pensamiento crítico y una disonancia cognitiva inherente al progreso, la evolución y la mejora tanto a nivel personal como comunitario. El cuidado forma parte de la relación, ya que no atiende solo al cuerpo, la salud o el bienestar emocional, sino también al beneficio de pensar y crear con otros.

El ideal es que las relaciones sean fomentadas desde la institución: desde la cultural y los educadores hacen falta proyectos dotados de presupuesto que garanticen una estabilidad en el tiempo y una continuidad; para la institución educativa y los docentes hacen falta liberar horas de carga lectiva. Para ambos hace falta que lo que se lleva a cabo sea reconocido por otros integrantes de su institución, que contribuyan a nutrirlo y a visibilizarlo para darle la posibilidad de que este genere nuevas redes. Desde ese punto los encuentros pueden tener la capacidad de generar un diálogo real y duradero para ir dándole a cada cuestión el matiz que requiere. // Compartimos muchas cosas que necesitamos paliar y que significarían cuidarnos más: la precariedad; el no sentirnos escuchados por compañeros y superiores; la falta de comprensión de que lo que hacemos es arriesgado, que a veces es caótico y que no siempre tiene porque dar un resultado…

Desenmascarando las condiciones neoliberales en las que se encuentra la escuela y la institución.

Creo que es necesario un marco previo en el que ambas instituciones (cultura y escuela) acuerden los términos en los que van a trabajar juntas. Qué se va a hacer, quienes, cómo y para qué. Establecer un mínimo sobre el que asentar cada uno de los procesos, que permita mas tarde que cada proyecto sea único y situado. Las relaciones estables y duraderas, las alianzas entre las instituciones y posibles agentes permiten trabajar de esta manera.

4. ¿Cómo transformar las relaciones invisibles e inconscientes de poder que se dan cuando la palabra maestro se pone junto a la palabra arte? ¿Qué cuidados necesita esa relación? ¿Qué formas y ámbitos de circulación deberían tomar los relatos de los proyectos arte y escuela para que la comunidad educativa se sintiese más interpelada hacia la producción cultural?

Siendo útiles y no el reclamo de las «actividades extraescolares» que a veces las instituciones entran solo en lógicas de mercado y no de diálogo. Probablemente todo esto es más lento y menos cuantitativo… pero es la única forma de producir cambios a largo plazo. También hay que decir: lo importante es el aprendizaje y la transformación social… dónde lo hagamos no es lo importante.

Quitando el aura al arte, en el sentido de genialidad inalcanzable o incluso de aburrimiento incomprensible. Evidenciando en clase la crítica materialista a la producción cultural, en el sentido de actividad que genera distinción y clasismo, a la par que se muestran prácticas artísticas como momentos de libertad de lo humano. Esto suele interesar bastante a los jóvenes. Y que está al alcance de cualquiera. Lxs artistas son personas como nosotros. El/la artista tiene una intención comunicativa y le ha echado muchas horas. La/el maestra es alguien capaz de transmitir emoción sobre algo que le importa y a lo que también ha dedicado esfuerzo. Es capaz de decirlo con palabras que entendemos todxs. Hay mucho que ver y disfrutar en el arte. Haciendo cosas es como se consigue hacer cosas. Ya está, lo hemos conseguido empezando a hacerlo. Sobre el poder, dar la palabra de verdad, prestando atención especialmente a quién no la toma y creando condiciones para que esto suceda. Incluyendo la participación de verdad en la metodología, hasta el punto de que cambie el curso del proceso y los resultados.

Pensando en términos de experiencia.

  1. La figura (y palabra) del maestro o educador@, debería asociarse a una relación de “poder” desde el prestigio y los afectos. Y ese poder que supuestamente conlleva toda relación asimétrica en cualquier ámbito educativo y sociocultural, se debería enunciar de otras maneras desde el acompañamiento (y no la guía), desde el aprendizaje (y no la enseñanza) y desde la generosidad (y no el egocentrismo).


Cuando la palabra maestro se sitúa junto a la palabra arte debería ocurrir inmediatamente un acto de consciencia que se basa en el respeto. Es decir, que el alumnado y todo su bagaje experiencial no se convirtiera en “rehén” desde una pseudoparticipación en la que realmente “manda” el deseo y necesidad del adulto desde su proyecto personal, muchas veces muy lejano a los verdaderos deseos y necesidades de los niños y jóvenes. El arte debería ser un bien común que posibilitara la horizontalidad y no la cautividad (invisible e inconsciente). El cuidado pues de esta relación se sitúa en el imaginario colectivo que diluye las autorías o protagonismos en aras de un arte comunitario. El maestr@ no es “artista” ni debe intentar ser pues es suya, y de manera muy valiosa, toda la aportación que realiza en un proyecto artístico desde la producción de sentido pedagógico que “compensa” la residencia del artista en el ámbito educativo (al igual que un artista no debería emular a un maestro pues se perdería su más genuina aportación desde su continuo cuestionamiento a la cultura psicopedagógica). El cuidado, en definitiva, es mutuo desde esa alianza entre razón intuitiva y la intuición razonada que no pone el contexto educativo al servicio del proyecto cultural, o viceversa. Y, en consecuencia, los proyectos de arte en la escuela deberían expandir esos ámbitos de proximidad implicando otros contextos culturales que acogerían interesados y agradecidos estas colaboraciones: centros cívicos, bibliotecas municipales, centros de arte con posibilidad de exposiciones permanentes de proyectos educativos (y no solo efímeros o como celebración de “días especiales”), etc. Todo ello sería un verdadero testimonio de producción cultural colaborativa que reconocería la labor que se realiza en la escuela y que muchas veces no dispone del suficiente altavoz para ser compartida y visibilizada.

Legitimando la figura del maestro incorporando procesos artísticos para entender su labor como una producción cultural. Deberían ser proyectos abiertos que vayan cerrando los diseños en complicidad y colaboración con la comunidad educativa para que realmente responda a sus necesidades. Y que en inicio ya sean proyectos que entiendan cuál es la realidad de la comunidad educativa.

El sistema ha provocado conscientemente un sentimiento de prevención y duda ante muchas palabras (educación, maestro, escuela, museo…) Hay que defender las palabras y liberarlas de corsés y currículos ocultos que han creado los que defienden la cultura y la educación como industria.

Buscar nuevas palabras y abrir el lenguaje para hacer ver que cuidar es ir más allá del discurso hegemónico. En este caso por ejemplo otro lenguaje puede contribuir a ampliar el punto de vista de la jerarquía de la creación, observando que no es un orden inamovible, es solamente un relato que se puede reescribir, modificar. ¿Qué es un maestro y por qué lo es, en base a qué criterios? ¿ El maestro no forma parte de ese proceso de enseñanza-aprendizaje? Continuando con esta idea y respondiendo a la última pregunta, hay que tratar de evitar el uso perverso del lenguaje que deja al otro en una situación de inferioridad, como puede suceder por ejemplo con una residencia en la que, lejos de verse como un espacio común para que la creatividad permita generar nuevas respuestas a cuestiones ya existentes, se entiende simplemente en un volcado de arriba hacia abajo de contenidos en los que no existe interacción ninguna.

5. En términos generales, ¿Qué deseos tiene el contexto de la educación formal de interpelar a las instituciones culturales? ¿Desde qué nuevos imaginarios podemos repensar sus relaciones, intercambios y fricciones? ¿En qué rol situamos/deberían situar/se a las familias?

Existe un sector de docentes que están deseando trabajar desde lo auténtico, por lo que para ellos la institución cultural es un espacio de libertad que les facilita esa posibilidad. El imaginario ideal es un espacio en el que se tengan en cuenta sus verdaderas demandas y necesidades sobre el que construir nuevos puntos de vista. Las familias son otro agente distinto, que quizá debe buscar otro espacio de relación con la institución cultural no mediado por la institución educativa, puesto que los puntos en común que encontrarán serán seguramente distintos.

lantearíamos el «deseo» como mutuo y no solo desde el contexto de la educación formal pues éste tiene que ser recíproco entre ambas instituciones para poder concretarse. Para solventar las posibles asimetrías en la relación se debería hacer «deseable» el encuentro y la confluencia de intereses y necesidades desde lo SOCIAL, es decir, ese espacio de intersección común donde se manifiesta la transversalidad de los valores, las creencias y las alteridades: nuevos imaginarios que explican los modelos emergentes de relación social que incluye también a las familias. Por ejemplo: Los «espacios familiares» o las «comunidades de aprendizaje» son lugares de encuentro en los contextos escolares para crear intercambios de conocimiento y experiencias que trascienden y amplían lo educativo y cultural.

A lxs profes no les da la vida. Siendo honestos, como estamos hablando de educación artística, la mayoría del profesorado no se hizo el curro, no se formó lo suficiente y dificilmente llegó a comprender el hecho artístico de una forma compleja. Igual tuvo una asignatura de educación artística en la carrera y luego lo que puedas adquirir a través de la práctica, pero ni temario ni formación ayudan. Creo que las generaciones jóvenes vienen mejor preparadas. ¿Interpelación? Creo que las necesidades de formación son grandes, pero la saturación laboral actual no tiene precedente y lo hace difícil. Habría que incluir la formación como horas lectivas, quitar carga de trabajo… si no, es imposible ir mucho más allá de la visita al museo o la expo como actividad fuera del centro.

Se puede establecer una base de relación conociendo las condiciones de trabajo de unxs y otrxs, los objetivos también, y partiendo del diálogo sobre las necesidades. El/la artista paracaidista en un centro educativo no suele funcionar, entre otras cosas porque el ataque a la educación artística esta última década nos ha dejado sin horario.

Sobre las familias, creo que tiene sentido en infantil y primaria, y hasta cierto punto. No puede convertir la casa en una extensión del horario escolar, porque la gente ya tiene sus vidas muy llenas. Mi experiencia me dice que eso tiene sentido a través de actividades relacionadas con lo biográfico, la historia o memoria familiar, etc. Pero en secundaria y bachillerato hay que fomentar más la autonomía. Además, todo lo que depende de lo familiar refuerza las desigualdades de origen, justo lo que debe compensar la escuela.

Sin intercambios, fricciones, feedback entre cualquier grupo social e institución nos podemos encontrar con relaciones fosilizadas.

Pues la verdad es que eso me pregunto yo también a veces. ¿Por qué generan relación la institución cultural y la educativa? ¿Dónde se sitúa cada una? Creo que muchas veces pensamos que la institución cultural ‘lleva la práctica artística’ a la escuela pero muchas veces no estamos atentas a qué tipo de trabajo se hace ya en muchas escuelas. Creo que la institución cultural tiene mucho que aprender de muchas de las prácticas educativas que ya existen. Por otro lado, es cierto que el museo o centro de arte muchas veces cuenta con cierta plasticidad y adaptabilidad, con recursos, no sólo económicos sino también humanos, recursos en forma de ideas y experiencias que colaboran quizá en la experimentación. Pero creo que al revés tiene que pasar más: que la escuela ‘ocupe’ el museo y ver que pasa activando ese sentido contrario.

Deberíamos empezar a pensar en términos de Comunidad Educativa donde los Centros y las Familias comparten junt+s saberes e intereses relacionándose e implicándose con todos los agentes del barrio ( otros centros escolares, centros de mayores, centros de salud, polideportivos, huertos, asociaciones, etc… ) La gestión de todos estos agentes debería estar articulada a través de las juntas de distrito de los ayuntamientos.

6. ¿Qué papel cumple lo virtual en la tensión mediación como servicio o como producción cultural? ¿Se vuelven los vínculos más vulnerables al desaparecer completamente lo presencial o, por el contrario, favorece el retorno a estructuras más verticales?

El medio no debería afectar a estructuras más verticales u horizontales. La tecnología no es neutra y está construida desde lógicas de poder o representando lógicas del poder físico: por ejemplo el aula o la reunión. Pero las lógicas (por ejemplo que hablen más los hombres etc etc) se reproducen en cualquier medio. Lo importante es construir la mediación desde una lógica horizontal, que de tiempo para la inclusión, etc etc. Es una cuestión metodológica y no tecnológica.

Cambian. En unas ocasiones se debilitan, en otros se refuerzan. Hay que entenderlo como instrumento (un martillo puede servir para clavar un cuadro o para asesinar a una persona). Pero sobre todo no debe entenderse como una solución. Ni siquiera una solución de tipo coyuntural.

Como virtual entendemos, por un lado, aquello que no es real físicamente, sino solo en apariencia y, por otro, aquello que es en potencia y que tiene altas probabilidades de realizarse. En cuanto la presencialidad se vuelve imposible y añorada a la vez, es lo virtual una experiencia necesaria que no solo palia una falta, sino que aporta nuevos modos de estar y de convivir. No entraré en el detalle, ya que todxs imaginamos videoconferencias, redes sociales llenas de contenidos de las instituciones, maestrxs y profesorxs adaptando contenidos para un aula virtual, etc. Sólo quiero incidir en que, en un momento, aquello que en las escuelas e instituciones culturales era un complemento de lo físico y original, se ha convertido -al menos durante unos meses- en la única vía de compartir y generar contenidos y conocimientos.


Tal vez es un poco prematuro extraer conclusiones. Pero tengo la impresión de que, durante la Covid19, se ha difuminado ese carácter “aparente” o de simple “en potencia” que define lo “virtual” para convertirse en un hecho real que no complementa lo presencial, sino que claramente puede sustituirlo, aun proporcionando experiencias distintas. En algunos casos, el uso de lo virtual ha sido una suerte de recurso para cubrir el silencio temporal y prorrogable a la espera de que la realidad física -la de verdad- estuviera disponible de nuevo. En otros, se ha dado un tiempo de laboratorio en el que se ha experimentado e investigado sobre la posibilidad de generar (nuevos) contenidos vinculados a la institución y sus comunidades, contando incluso con la colaboración de los públicos.


Compartir y generar contenidos… Pantallas táctiles que amplían la información y descubrir objetos ausentes en el espacio, gafas de realidad aumentada que permiten explorar contextos, QR, redes, videomapping, apps… Al servicio del espacio, lo virtual puede enlazar la obra con los visitantes y/o ampliar la experiencia de un objeto o situación. Hay todavía una relación unidireccional de conocimiento donde se da la posibilidad al público de aprender a ahondar en caminos que se bifurquen y explorar tantos niveles de conocimiento como desee y, además, suele suponer una mayor accesibilidad. No obstante, al servicio de una cuestión o un tema, acompañada de una metodología de trabajo basada en la reflexión y la mirada crítica que necesita de las personas, es posible que lo virtual se convierta en plataforma donde convergen visitantes activos que se saben agentes productores de contenidos. Personalmente, debo decir que solo manifiesto humildemente una intuición, no algo que haya desarrollado todavía.


Así pues, aunque es posible encontrar múltiples formatos intermedios e interesantes, creo que la verticalidad o la horizontalidad se dan en función del momento en que se cuenta con lo virtual: a posteriori del contenido expositivo, por ejemplo, para explicar más cosas y mejor al público (verticalidad), o a priori o simultáneamente al contenido, como plataforma desde la que el público pueda actuar y activar nuevos procesos. Con este segundo modelo, en mi opinión, si no le damos más “realidad” a lo virtual, por lo menos le quitamos la capa de apariencia o simulacro referida al inicio para ahondar en su faceta de potencialidad, de algo que quiere y puede que sea gracias a que es dinamizado por muchxs.

El papel de lo virtual en la incidencia de la mediación como producción cultural o como servicio creo que es una cuestión que reside en la intención que tenga la institución. Si hablamos de público en general, mi experiencia personal es que esa conciencia de ser productor cultural no existe, no se piensa en esos términos, pero si es posible crearla, en la medida que el encuentro con la mediación en diferentes instituciones trabaje en ese sentido, sin duda el público, cambia su actitud poco a poco.

Lo virtual puede concebirse desde tiempos más dilatados, y dar opciones de participación que no tienen que responder a la inmediatez de lo presencial, en ese sentido puede ser un factor positivo y actuar como aliado en favor de la mediación como producción cultural. Por otra parte, lo virtual también permite una recogida más fácil de contenidos (los generados por la mediación) y por tanto más posibilidad de compartir y visibilizar.

En el ámbito de la enseñanza formal, los recursos y acciones virtuales desde la institución cultural pueden también ser una oportunidad de acercamiento para quienes, a priori, puedan sentir cierta vulnerabilidad en espacios legitimados, o sencillamente sus posibilidades de acercamiento presencial sean más limitadas.

Durante este confinamiento, un grupo de alumnos de formación de profesorado fueron invitados a indagar en los recursos on line de diferentes salas y resultó una experiencia positiva y significativa como acercamiento. Todo ello teniendo en cuenta que estamos hablando de personas que no han visitado un espacio de arte más de un par de veces en su vida. Les permitió no sentirse obligados a verlo y a hacerlo todo en un tiempo, elegir los momentos en los que retomar.

El vínculo se refiere al establecimiento de las relaciones que atienden a la doble dimensión del ser humano, cultural y biológica. Esta última se ve relegada (o anulada) en la virtualidad en favor de lo mental, el pensamiento, lo cultural o lo imaginario. Para que exista un vínculo, tal y como se constituye originariamente desde la primera infancia, es necesario el encuentro en la presencialidad (sin presencia previa no se puede realizar la evocación en la ausencia). Por otro lado, realmente se deben favorecer los encuentros desde la horizontalidad, ya que las estructuras verticales fomentan las relaciones de jerarquías que dificultan la circularidad de las opiniones, las ideas o los diferentes modos de entender las situaciones. En favor de la virtualidad se puede destacar la accesibilidad, la compensación y democratización de los recursos, la libre circulación del conocimiento y la amplificación de la difusión, aunque no debe ser nunca una alternativa sino una circunstancia.

Lo virtual ha cambiado nuestras tareas. Hay personas a las que se les dará mejor o peor, pero se siente como una pérdida. Hemos evolucionado milenios mirándonos e interpretando el mínimo gesto, y ahora tenemos que transmitir conocimiento a una serie de rectángulos negros (a los menores no les dejamos encender la cámara por cuestiones de imagen) en un interfaz. Se pierde el afecto, y esto es radicalmente importante con los jóvenes y niñxs.

Desaparecen los vínculos personalizados, la socialización, la empatía en favor de la eficacia maquinal y programática.

07. La situación actual nos invita a repensar las condiciones materiales (tiempo, sueldos, contratos mayores y menores, etc.) así como las relaciones entre las instituciones (culturales y educativas) y los colaboradores independientes. ¿Cómo podemos generar más tiempos compartidos (de escucha y diálogo) así como individuales (de reflexión) si seguimos moviéndonos en dinámicas de trabajo sobresaturado y precarizado?

Toda situación contemporánea invita al cambio en la dinámica de que algo debe permanecer y algo debe renovarse. En esta sistémica del presente y en todo proyecto en el que se relacionan personas y bienes, las condiciones de lo material implican tomar decisiones sobre lo que es prescindible y primar antes el «hacer poco y bien» que el «hacer mucho y no tan bien». Es comprensible que los tableros virtuales de las instituciones estén lo más llenos posibles de ofertas de actividades como estrategia de marketing, pero el exceso es además sinónimo de dispersión y precarización pues conlleva también la prisa constante, la atención a lo urgente antes que lo importante y la angustia instalada en los equipos de trabajo por no poder hacer sostenible la ilusión con la necesidad material de un contrato o sueldo acorde con el valor (que no el precio) de la tarea realizada. En resumen: los espacios y tiempos de escucha y diálogo son también productivos y necesarios en toda institución, por lo tanto, una parte pueden justificarse como formación personal, pero otra como rendimiento esperanzador que mejora e incentiva la calidad y visibilidad institucional. Es decir, tantos «frentes», al final, debilitan y decepcionan. Y ese modelo del «hacer» y menos del escuchar o pensar, cala profundamente en un imaginario productivo (en lo cultural y educativo) que se convierte en una insatisfacción colectiva. Menos es más y quizás, mejor. Que permanezca pues el sentido del porqué hacemos y que cambien los modelos de gestión del «hacer por hacer». Y si existe saturación y precarización es solo decisión de las personas reales y no de las instituciones invisibles.

Si no hay un movimiento de arriba a abajo, a nivel político institucional, de un estado social redistributivo que aprecie instituciones inteligentes y orgánicas, en un cambio de paradigma real en cultura y educación que realmente supere los modelos del XIX no solo conceptualmente sino en las prácticas, y que para eso hace falta invertir (porque el dinero es tiempo), solo podremos hacerlo autoexplotándonos un poquito más (si cabe). Mientras tanto, tendremos que hacer prácticas para aprender a estar en el presente, con quien estamos, proteger tiempos… lo que llevamos haciendo toda la vida, vamos…

Exigiendo tiempos a las instituciones y presionando para que se cumplan.

Estableciendo la evaluación de los proyectos como parte esencial de los mismos, por tanto remunerada, pero también enunciada en los proyectos con calendario y metodología clara. Que se inicia en la toma de decisiones que propicia el proyecto, y los acompaña más allá del cierre.

Teniendo claras las prioridades. En una situación post-covid quienes necesitan ayuda verdaderamente es el alumnado. ¿Pueden desplazarse trabajadores de los centros culturales a las aulas para ayudar en los momentos actuales? A veces tengo la sensación que los centros de arte intentan colar su propuesta cultural entre otras miles y saturan también el canal del centro. La cosa debería ser al revés, ser capaces de identificar necesidades y que las instituciones fueran capaces de responder con sus líneas de trabajo propias y atender esas necesidades. Para eso hay no solo que tener tiempo sino un tiempo de escucha… ahí es donde la labor de mediación es fundamental, entender esa capacidad de conectar recursos y no tanto «vender una obra o un taller».

Apostando por modelos colaborativos donde los recursos se distribuyan de tal manera que los esfuerzos no se dupliquen y de esa manera desprecarizar ciertos procesos. Es algo que en Pedagogías Invisibles vemos a la hora de comparar nuestro modelo de trabajo con el de las mediadoras que trabaja individualmente, por la capacidad de activación de recursos que tenemos.

La situación actual nos pone en crisis a un nivel teórico pero hay que ver cómo se lleva a la práctica. Una solución en cuanto tiempos se nos plantea la jornada de 4 días que vamos a empezar a implementar en PI, pero muchas de las mediadoras ni siquiera cuentan con las condiciones habituales productivistas laborales. Debería de haber una demanda de mejora de condiciones laborales para que los contratos mayores y menores estuvieran también atendiendo a la vida, de beneficio social y de bienestar.
A un nivel de las relaciones entre las instituciones hay que entender que son espacios de cuidado. Todos los entornos sociales son entornos de cuidado y esto se aterriza no solo a un nivel sanitario sino también de cuidado del cuerpo (espacios para sentarse, espacios para el griterío, espacios para el silencio) sino también en generar programas en los que se problematice qué es lo que necesitamos como cuidados.

Buscando formatos que no se centren solamente en la producción seriada, sino generando formatos procesuales que lleven intrínsecos espacios de escucha y reflexión.

Necesitamos aprender a cuidarnos y a establecer límites con nosotras mismas para poder generar dinámicas entre nosotras que nos hagan pensar juntas desde la coherencia.

08. ¿Cómo afecta lo no previsto a las identidades de instituciones y comunidades? ¿Las expande o las repliega en sí mismas? ¿Cómo debería incorporarse y gestionarse desde las administraciones, instituciones culturales y educativas tan ligadas a los programas y a la planificación de contenidos?

Lo no previsto es intrínseco a la creación y a lo educativo. Lo caótico es parte de su hacer. El problema es que otros agentes, con otros intereses, han desembarcado en estos ámbitos. Hay que defenderse de los salvadores a través de falsas eficiencias productivas y sostenibilidades exclusivamente monetaristas.

Haciendo de incorporar lo no previsto un hábito y una premisa.

Aunque esto es una respuesta generalista y quizá demagógica, que la institución acepte o no, responda o no, ante lo imprevisto, tiene que ver con las personas y con las ideologías, es decir, con lo político y partidista.
La incorporación de alianzas aparentemente impensables viene desde quien es capaz de pensarlas. Cuando comenzó Educación Pantono, dos de sus componentes, estudiantes del Grado de Pedagogía, pidieron hacer sus prácticas de final de carrera en Matadero Madrid, donde habíamos estado trabajando el año anterior. Para ello hubo que hacer un convenio al que la Universidad accedió sin problema. Cuando le pregunté a la Vicedecana por qué no había sucedido antes que un estudiante de pedagogía hiciera prácticas en una institución cultural y que le parecía la novedad, me respondió literalmente.
“Creo que es una buena idea porque aporta conocimientos transferibles a entornos educativos distintos, generando nuevos nichos de mercado para nuestros estudiantes. Y no ha sucedido antes porque no se ha hecho el contacto”.
Es decir, a nadie se le había ocurrido generar la situación que permitiera aflorar en los alumnos ese deseo. Ahora que se nos empieza a ocurrir y, sobre todo, empezamos a mirar lo subalterno (los profesionales de la educación formal en colegios y los profesionales de la educación en museos lo son) desde otro lugar, creo que se trata de aprovechar cualquier posibilidad de alianza y colaboración, por pequeña que sea. En todo ello, claro está, entran cuestiones laborales y de precariedad, que dificultan y pueden no atender a los cuidados (vuelvo a Educación Pantono, el primer año fue agotador y casi supone el fin). Por esta razón, el papel de la Universidad y de parte de su profesorado, que no está precarizado (hay una mitad que sí) tiene una importante responsabilidad y puede cumplir un papel relevante generando alianzas y colaboraciones a pesar de las dinámicas absurdas de acreditación académica.

Acabamos de vivir un episodio de lo no previsto y parece que las comunidades reaccionan con agilidad y ponen el cuerpo. Tener a los enemigos de lo público en instituciones parece que no ayuda mucho. Una organización inteligente es, como los humanos, aquella capaz de aprender. Los obreros de la educación han reaccionado a lo no previsto, pero desde lo institucional no hay plan y no tienen siquiera prevista la necesidad de tenerlo, más allá de que esto pase. En la cultura están cambiando cuestiones de procedimiento y se está planificando, pero sin saber realmente qué va a poder hacerse. Si lo no previsto está para quedarse ¿vamos a saber cambiar con inteligencia? Hasta ahora hemos tenido una reacción de emergencia, pero esto no puede ser así para siempre. No hay cuerpo(s) que lo aguanten.

Evidentemente, lo no previsto activa ambas actitudes: expansión y repliegue. Por un lado, significa una oportunidad para concentrar sinergias a través de los medios que consiguen llegar a un público más numeroso gracias a las nuevas tecnologías (aunque esta difusión no discrimina ni «filtra» y por tanto, no hay significatividad, pues puede primar más la cantidad que la calidad). Y el repliegue institucional consigue muchas veces concentrar la atención o los recursos en lo verdaderamente esencial, gracias a que lo «inesperado» invita a la necesaria pausa y la reflexión que en otras situaciones no es posible o se hace de otro modo. Entonces, a la vista de la adaptación de las instituciones culturales y educativas a lo «inesperado» se ha demostrado que es posible cuestionar y abrir los programas y planificaciones a todos los valores, conocimientos e intereses que han surgido en el ámbito doméstico durante todo este tiempo de confinamiento y que quizás ofrezcan una orientación real sobre las verdaderas necesidades de la comunidad. Todo ello obliga a la toma de conciencia sobre la oportunidad de acoger la incertidumbre no como una dificultad, sino como un valor a integrar en la programática de toda institución (flexibilidad, adaptación, alternancia, creación colectiva, etc.)

Sobre lo no previsto es muy interesante pensar. De alguna manera el trabajo de una educadora es lidiar con ‘eso que no sabe que va a pasar’. No solo en una sesión de trabajo sino también en un proceso a largo plazo. Generalmente sabemos cual es el punto de partida pero no el de llegada. Claro, esta cuestión ya sabemos que choca contra la estructura de la institución: las áreas de comunicación o de producción suelen echar humo con cuestiones de ‘último minuto’. Para buscar un punto común, quizá cada parte tenga que ponerse en el lugar del otro y pensar fórmulas que no sean cumplir plazos o dejar espacios completamente cerrados. Generar espacios donde se pueda hablar tranquilamente de por qué en un proceso interesa que no sepamos en qué va a terminar, y acordar ciertos mínimos por el camino.

Depende de la institución y la comunidad. No se puede dar una respuesta general que sirva para todas las instituciones y todas las comunidades. Además, conviene definir qué entendemos por “lo no previsto” ya que puede referirse a cuestiones tan dispares como la capacidad de agencia de una comunidad específica con respecto a su contexto, o a un recorte de presupuesto inesperado. Es decir, podemos distinguir entre las situaciones no previstas que son deseables y otras que son inconvenientes a pesar de la capacidad de resiliencia de la entidad, de la solidez de su estructura, de su flexibilidad o su capacidad de apertura.

Generalmente, para las instituciones públicas, lo no previsto supone problemas de gestión, viabilidad e incluso de seguridad, de modo que son limitadas las posibilidades de incorporar lo no previsto en tiempo real. Sin embargo hay algunas excepciones cuyo trabajo es más experimental o procesual, que se definen como laboratorios ciudadanos o espacios dedicados a las prácticas artísticas situadas y los proyectos culturales pensados desde la implicación de la ciudadanía. Desde estos espacios se puede entender que lo no previsto forma parte de la misma naturaleza de los procesos, dado que es imposible prever las derivas que puede tener un proceso cuando una parte fundamental de los mismos depende de la participación de otras personas o entidades. De este modo, lo no previsto opera en estos contextos como una forma de expandir y dar sentido a los procesos mismos e incluso como una forma de transformar la institución llegando a afectar a sus dispositivos de mediación, la configuración de su programación o los recursos que se destinan a determinadas líneas de investigación.

En cualquier caso, esta posibilidad de incorporar “lo no previsto” tiene que estar de alguna manera considerada o ya “prevista” en el diseño de los elementos que componen los proyectos y las líneas de trabajo. Por ejemplo, se pueden contratar un productor o entidad cultural estableciendo un marco general de trabajo lo suficientemente abierto como para poder incluir lo no previsto en el programa a desarrollar. Pero no todos los espacios culturales se sienten seguros depositando un gran margen de acción en sus colaboradores, por tanto esta vocación de apertura y flexibilidad tiene que estar presente en la institución misma. Por tanto, dependiendo de esta vocación, lo no previsto puede ser entendido tanto como una forma de expandir o como una amenaza para la institución.
La posibilidad de incorporar lo no previsto en las estructuras más rígidas de la administración depende en buena medida de las políticas culturales que se implementan en cada momento. También del trabajo de visibilización de otras formas de producir cultura y los beneficios que ello conlleva tanto para los ciudadanos como para las instituciones, dando lugar a espacios más democráticos en los que la cultura se entiende como bien común.
En cualquier caso, serían necesarias acciones específicas como un trabajo conjunto entre los programas más flexibles y abiertos y los que soportan estructuras más rígidas. Políticas culturales y educativas donde se puedan conjugar las necesidades de la ciudadanía y los procedimientos legales de la administración. Programas generados de abajo a arriba y a partir de entornos de co-diseño que consideren necesidades y problemáticas reales.

Evidentemente, lo no previsto activa ambas actitudes: expansión y repliegue. Por un lado, significa una oportunidad para concentrar sinergias a través de los medios que consiguen llegar a un público más numeroso gracias a las nuevas tecnologías (aunque esta difusión no discrimina ni «filtra» y por tanto, no hay significatividad, pues puede primar más la cantidad que la calidad). Y el repliegue institucional consigue muchas veces concentrar la atención o los recursos en lo verdaderamente esencial, gracias a que lo «inesperado» invita a la necesaria pausa y la reflexión que en otras situaciones no es posible o se hace de otro modo. Entonces, a la vista de la adaptación de las instituciones culturales y educativas a lo «inesperado» se ha demostrado que es posible cuestionar y abrir los programas y planificaciones a todos los valores, conocimientos e intereses que han surgido en el ámbito doméstico durante todo este tiempo de confinamiento y que quizás ofrezcan una orientación real sobre las verdaderas necesidades de la comunidad. Todo ello obliga a la toma de conciencia sobre la oportunidad de acoger la incertidumbre no como una dificultad, sino como un valor a integrar en la programática de toda institución (flexibilidad, adaptación, alternancia, creación colectiva, etc.)
Depende de la institución y la comunidad. No se puede dar una respuesta general que sirva para todas las instituciones y todas las comunidades. Además, conviene definir qué entendemos por “lo no previsto” ya que puede referirse a cuestiones tan dispares como la capacidad de agencia de una comunidad específica con respecto a su contexto, o a un recorte de presupuesto inesperado. Es decir, podemos distinguir entre las situaciones no previstas que son deseables y otras que son inconvenientes a pesar de la capacidad de resiliencia de la entidad, de la solidez de su estructura, de su flexibilidad o su capacidad de apertura.
Generalmente, para las instituciones +públicas, lo no previsto supone problemas de gestión, viabilidad e incluso de seguridad, de modo que son limitadas las posibilidades de incorporar lo no previsto en tiempo real. Sin embargo hay algunas excepciones cuyo trabajo es más experimental o procesual, que se definen como laboratorios ciudadanos o espacios dedicados a las prácticas artísticas situadas y los proyectos culturales pensados desde la implicación de la ciudadanía. Desde estos espacios se puede entender que lo no previsto forma parte de la misma naturaleza de los procesos, dado que es imposible prever las derivas que puede tener un proceso cuando una parte fundamental de los mismos depende de la participación de otras personas o entidades. De este modo, lo no previsto opera en estos contextos como una forma de expandir y dar sentido a los procesos mismos e incluso como una forma de transformar la institución llegando a afectar a sus dispositivos de mediación, la configuración de su programación o los recursos que se destinan a determinadas líneas de investigación.
En cualquier caso, esta posibilidad de incorporar “lo no previsto” tiene que estar de alguna manera considerada o ya “prevista” en el diseño de los elementos que componen los proyectos y las líneas de trabajo. Por ejemplo, se pueden contratar un productor o entidad cultural estableciendo un marco general de trabajo lo suficientemente abierto como para poder incluir lo no previsto en el programa a desarrollar. Pero no todos los espacios culturales se sienten seguros depositando un gran margen de acción en sus colaboradores, por tanto esta vocación de apertura y flexibilidad tiene que estar presente en la institución misma. Por tanto, dependiendo de esta vocación, lo no previsto puede ser entendido tanto como una forma de expandir o como una amenaza para la institución.
La posibilidad de incorporar lo no previsto en las estructuras más rígidas de la administración depende en buena medida de las políticas culturales que se implementan en cada momento. También del trabajo de visibilización de otras formas de producir cultura y los beneficios que ello conlleva tanto para los ciudadanos como para las instituciones, dando lugar a espacios más democráticos en los que la cultura se entiende como bien común.
En cualquier caso, serían necesarias acciones específicas como un trabajo conjunto entre los programas más flexibles y abiertos y los que soportan estructuras más rígidas. Políticas culturales y educativas donde se puedan conjugar las necesidades de la ciudadanía y los procedimientos legales de la administración. Programas generados de abajo a arriba y a partir de entornos de co-diseño que consideren necesidades y problemáticas reales.

09. ¿Cómo generar un mayor grado de libertad en los departamentos de Educación en la toma de decisiones de una Institución? ¿Cómo lograr un mayor grado de visibilidad?

Con mayor respaldo de la esfera pública.

Para que un departamento de Educación de una institución cultural pueda tener capacidad de decisión es necesario que sus contenidos sean considerados algo más que la interpretación y comunicación sobre los contenidos diseñados por el departamento de exposiciones. Es decir, el departamento de Educación no responde únicamente a los contenidos definidos por un comisariado, sino que es un generador de experiencias y laboratorio de reflexión en el marco de la institución y junto a las comunidades. Consecuencia de no verlo de este modo es la precariedad y temporalidad de los empleos de lxs educadorxs, a lxs que se recurre una vez se inaugura un proyecto con el fin de pasarles el relevo para que “lo cuenten”.
Asimismo, la externalización de los llamados servicios de atención al público (confundidos a menudo con los de la mediación y la educación), genera un vacío de interlocución, de previsión y, en consecuencia, de implicación real deseable y altamente recomendable para garantizar que lo que ocurre en la institución sea sólido, creativo y acumulativo. Por lo tanto, un primer paso para que un departamento de Educación tenga capacidad de decisión es que este EXISTA realmente y tenga un organigrama razonable.
Desde la nueva museología hasta la crítica se apuesta por que las instituciones estén más vinculadas con las comunidades, en la construcción de identidades. Sin embargo, es precisamente en estas últimas décadas que la situación de las personas capaces de afianzar estos vínculos se ha vuelto insostenible en muchos casos. Cualquier museo que se postule como dialogante con un contexto fuente de patrimonio tangible e intangible, no podrá cumplir con su palabra si no cuenta en su seno con un equipo “real” de educadorxs, libre de temporalidades y precariedades, con una estabilidad que garantice una programación a largo plazo, ya que -creo yo- es así como se trabaja con las personas.
El equipo de Educación tiene también mucho que decir en cuanto a los usos de los espacios y la relación con la Seguridad, por lo que es difícil de entender que no sea un interlocutor desde etapas tempranas de la preparación de un proyecto museístico o expositivo.
Todo apunta a la necesidad urgente de un reconocimiento. Para lograr este reconocimiento, debería bastar con citar la definición del museo de las que todos se sirven y con la que, sencillamente, no se está siendo coherente. Más del 50% de las palabras de esta definición que dejo a continuación se refieren a las tareas del equipo de Educación.

2007: ICOM (Viena):
“Un museo es una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y abierta al público, que adquiere, conserva, estudia, expone y difunde el patrimonio material e inmaterial de la humanidad con fines de estudio, educación y recreo.”
Tal vez, mediante la creación de una plataforma, se debería convertir esta definición en un recordatorio, un listado de criterios. Podemos extraer de ellas un listado de personas o perfiles necesarios para cumplir con cada una de las funciones que se detallan. De este modo, ningún museo o institución cultural podría entrar en esta categoría si no cuenta con el equipo fijo necesario, un organigrama real acorde con esta definición.
En fin… Entiendo que sin afianzar una existencia real del departamento de Educación, este no tiene capacidad de decisión. Si ya existiera, debe implicarse mucho antes en el cronograma de reuniones de coordinación de preparación de un proyecto (y no solo cuando este ya está completamente elaborado) y debe poder generar contenido autónomo respecto a las exposiciones temporales, aunque desde la institución y con las comunidades: libertad. Y, de nuevo, la definición lo dice claro, el patrimonio material/inmaterial no es el objetivo de una institución cultural, sino que lo es la educación (además del estudio y el recreo).

Hace muy pocos años que lo educativo ha comenzado a tener algo de visibilidad en el campo artístico, pero no nos engañemos: la educación sigue estando en un escalón inferior en la percepción social y para artistas, comisarios, directores, etc. No en los discursos, sí en las prácticas. No tenemos glamour. ¿Cómo? Demandando estar en los proyectos (de centro, de comisariado) desde su germen. Y a seguir picando piedra, amigas!

Los departamentos de Educación de las instituciones culturales y museológicas deben seguir insistiendo en su reinvención y ahora se ofrece una oportunidad de hacerse (más) necesarias. Desde la concepción todavía elitista de la institución museológica (donde se entrañan normalmente estos departamentos), se sigue pensando y concibiendo al alumnx, que proviene de un centro educativo en cualquiera de sus niveles, como un posible espectador del futuro y un consumidor casual de cultura que colabora sin saberlo en perpetuar el sentido de la institución como “mal necesario” y que cobija las políticas culturales que apenas se difieren de las económicas. Ese “grado de libertad” aludido en la pregunta, no debería ser nunca una cuota de “caridad” institucional o una posible escuela de usuarios, sino un derecho ciudadano que debe desjerarquizar estos espacios y otorgarles la condición de aulas de la experiencia, individual y colectiva, que “invirtiera” (en el sentido de dar la vuelta y también de inversión) los porcentajes de decisiones, visibilidades, presencias, recursos y propuestas de aprendizaje-servicio que realizan los diferentes departamentos para ofrecer sentido a su necesaria ubicación (espacial y simbólica) en una institución cultural y museológica. En definitiva, no se trata de “escolarizar” el centro de arte o centro cultural sino de tomar conciencia de que cualquier decisión institucional no es artística, política o cultural sino también (y, sobre todo) es educativa. Y más aún, debemos tomar conciencia de que existe un “sobreproducción” y sobredimensión en estos lugares que no es ya sostenible pues se hace preciso cambiar el imaginario de lo masivo, periférico y espectacular, por lo cercano, íntimo y sencillo que es la esencia del hecho relacional que transforma las personas y, por tanto, las sociedades.

Hechos consumados (no pedir permiso para todo), no caer en la tentación de abandonar la situación periférica y fronteriza (no querer estar en el centro de la institución), y actitud de francotirador.

Pues revirtiendo las lógicas de poder de la propia institución. Es inconcebible que con todo lo que hemos hablado sigan existiendo lógicas tan castradoras del tipo «el departamento de comunicación decide qué texto lleva la actividad» y no hay debate, diálogo, capacidad de «negociación» desde ahí. Ese tipo de lógicas que controlan la comunicación pública no son más que el reflejo de una estructura que aunque hable de cuidados, incertidumbres o malestares contemporáneos es tremendamente jerárquica. No creo que se trate solo un problema de visibilidad de los departamentos de Educación sino de una verdadera redistribución del poder y de las estructuras internas de poder…

Enfrentándonos a los discursos del Museo con nuestra prácticas y mostrando la posición y la realidad de los departamentos de Educación a través de la investigación y de publicaciones.

10. ¿Cómo llevar más allá el perfil profesional y humano de lxs mediadorxs vinculares entre la Educación y la Cultura (figuras del contexto educativo/formal integradas en el ámbito de la institución cultural)?

Generando comunidades de aprendizaje, intentar que la formación que se requiere a cualquier profesional, sea construida desde planes de formación auto-construidos, con tiempo, con recursos (!). La formación que suele darse a un trabajador/a es de muy mala calidad y muchas veces es obligatoria. Sería interesante darle la vuelta a esto con empresas de formación que formen parte de estos procesos… más cuando muchos de estos contratos de mediadoras se dan en empresas grandes.

En el entorno formal: promoviendo situaciones de coaprendizaje, conocimientos compartidos entre iguales, para evitar la desconfianza de «lo que viene de fuera». Pero para eso se necesita tiempo y tranquilidad. En la institución cultural: cuando se quiera trabajar en contextos formales «reales», contar con educadores que trabajen en ese contexto concreto. Escuchar.

Reconocer, por parte de las instituciones educativas y culturales, pero también de las profesionales que las conforman, las prácticas y los saberes que despliegan estos perfiles en sus proyectos, como productores culturales capaces de generar aprendizaje consciente y pensamiento crítico.

Buscando más independencia de la institución y más compromiso en el ámbito civil.

Creando unas bases sólidas que definan claramente su perfil profesional, diferenciándolo de otros perfiles pero buscando su complementaridad.

La figura del “artista comunitario” (no es solo tallerista o un artista residente seleccionado desde formatos originados en distintas convocatorias) es un mediador vincular que habita la comunidad educativa desde un perfil que no se corresponde exactamente con un artista (o creador) o un educador, pero integra ambas identidades profesionales y personales. Su labor, entre otras, es la de reconocer, significar, celebrar y documentar los procesos de vida de relación que acontecen en un contexto socioeducativo. Es decir, ser el relator de una “narración de narraciones” basada en los acontecimientos, valores y afectos que son la trama de identidades (o entramado de biografías) que se sirve de las manifestaciones del arte como facilitadoras de la convivencia creativa y del entendimiento mutuo. Y no se hace necesario que su formación sea exclusivamente desde al ámbito artístico pues lo más importante es la “capacitación relacional” para hacer visibles y significativos esos procesos en los que los vínculos se construyen desde la implicación corporal, la semiótica de la imagen y de los objetos o el valor de la palabra y del silencio. Este perfil profesional y humano ya se reconoce en otros países de Europa y de Hispanoamérica y se incluye en equipos interdisciplinares que integran distintas experiencias y recorridos. Se hace necesario una definición más concreta para que se entienda mejor aún su inmenso valor y toda la aportación que podría realizar como nexo entre el contexto educativo-formal y los contextos sociales no formales pues en ese vaivén se enriquecen ambas instituciones. Hablar de un profesional de los “vínculos” es todavía una utopía sostenible, pero no debe tardar mucho en ser reconocida pues ya existen suficientes experiencias para conformar un bagaje de competencias. Para terminar, este perfil profesional sería una revelación en los ámbitos educativos pues poseen la “materia prima” de cada historia de vida que concurre en estos lugares de encuentro y conocimiento, pero falta tiempo para procesar todo ese inmenso tangible e intangible que, a buen seguro, sería también un buen dinamizador y colaborador de la institución cultural que participa así en la producción de sentido y esperanza. Los contextos educativos no pueden todavía integrar estas importantes cuestiones por una servidumbre a la programática y una expectativa social que el artista comunitario desbarata y cuestiona desde su testimonio y compromiso.

La experiencia de Educación Pantono y sus inicios responde, en parte, a esa pregunta y el grupo nace y trabaja en ese sentido. https://www.mataderomadrid.org/sites/default/files/v2/prensa/d/1/pedagogias-feministas-politicas-de-cuidado-y-educacion.pdf. Cartografía de una realidad. pp 30-46
El problema es que hasta el momento la formación del profesorado en el ámbito de las artes, en su periodo de estudios, no ha tenido consideración por parte de la institución cultural, que bien se ha dirigido a Bellas Artes o a profesores en ejercicio. No olvidemos que el deseo de acercamiento entre Institución cultural y educativa y por tanto de sus profesionales parte, fundamentalmente, de los primeros
El otro problema reside en el propio complejo de los profesionales que trabajan la educación artística y el acercamiento a la cultura dentro Facultad de Educación, frente a los considerados profesionales de las Bellas Artes y la institución cultural. A ello se le puede sumar la lógica de los proyectos de investigación y los procesos de acreditación de la Universidad. Todo ello invita a pensar en proyectos fuera de la propia institución, alejados de un alumnado que no es productor artístico y a través del cual no pueden proponerse alianzas con entidades culturales si no es desde un posición total de subalterno. En resumen que es mejor tener un proyecto de transformación social a través del arte, vinculado a una institución cultural potente, que alianzas en beneficio de la formación dentro de la Universidad, cuya valoración para su acreditación no pasa de pequeños proyectos de innovación docente.
Ante esta situación, en el caso de Educación Pantono, se parte de la intención personal. Pantono comienza dentro del Grupo de educación de Matadero, porque en él hay dos personas que trabajan en la Facultad de Educación y piensan en esa posibilidad, puesto que forma parte de cotidianidad. Siempre me he preguntado qué hubiera sucedido si en lugar de irme a la Facultad de Educación hubiera permanecido en la de Bellas de Artes. ¿Habría considerado al estudiante de formación de profesorado un agente relevante en toda esta tarea?
A partir de ahí y una vez que se acaba el proceso dentro de la institución cultural, su continuidad tiene que ver con el interés de las personas y la implicación que ponemos en ello desde el conocimiento que tenemos de lo que son las instituciones culturales, lo que se plantean y cómo trabajan. Sin esa presencia en ambos contextos, tampoco se hubiera producido.
Generar encuentros entre pares, es decir entre educadores de los formal y lo no formal, estudiantes de ambos contextos, profesionales de ambos contextos, encuentros donde encontrar lo común, que es mucho y producir diálogos es desde mi experiencia el proceso a seguir, ser puentes.
Es cierto que las instituciones tienen la responsabilidad de impulsar esas colaboraciones. En el caso de la institución educativa, y hablo de la Facultad de Educación, sencillamente tiene que ver con que esas acciones no se le han ocurrido a nadie, por no darse la circunstancia de haber personas que se muevan entre los dos mundos sin arrastrar complejos o sin importar el esfuerzo en proyectos de escasa rentabilidad académica.

11. ¿De qué hablamos cuando hablamos de formatos? Si un formato es un "modo de presentación", ¿la importancia del proceso depende de la metodología?

La metodología es muy importante pero un formato no es nada si no está documentado. Es decir si no conocemos el código de cómo está hecho el formato se convierte en un envoltorio o en una obra impenetrable. Desde la educación pública y desde las instituciones públicas culturales no deberíamos permitir que esto siga pasando. Hay que poner recursos en la documentación de los procesos y poner relevancia en los modos de hacer, las dificultades… y en cierto modo hacer como en la máxima del software libre «no repetir código que ya ha hecho alguien, mejor copiarlo, rehacerlo, mejorarlo».

La metodología es una intuición de experiencia y significatividad que solamente toma cuerpo en lxs otrxs. Cuando se encarna, produce vida, relaciones, emociones, aprendemos de sus errores (del método previsto) y de los nuestros (participantes), entonces se convierte en proceso real. Una buena metodología es abierta y muta.

Si pensamos en los formatos como “modo de presentación productiva” estamos focalizando y priorizando quizás la importancia y el interés de cualquier proyecto en los resultados más que en los procesos. Desde el punto de vista del aprendizaje, estos son la verdadera aventura del conocimiento pues siempre “el camino será mejor que la posada o el destino”. Y quizás sería más interesante o apropiado hablar de “propuestas” (abiertas, divergentes, heterogéneas y de autoría reconocida desde la colaboración) antes que de “metodologías” (cerradas, convergentes, homogéneas y de autoría reconocible desde la enunciación). El “método” es un término pedagógico asociado a un planteamiento relacionado con los procedimientos, pero no necesariamente con los procesos y éstos deberían ser independientes ya que el guión de un formato se escribe de manera dialógica en el propio suceder y no en la sucesión previsible de tareas y objetivos. Si se trata de vincular la educación y la cultura, incluyamos también la transgresión que aporta la divergencia del arte para proponer situarnos en una posición “ametódica” que no implica la no existencia de una metodología, sino su continua revisión y cuestionamiento. En esa continua construcción, siempre en tránsito e inacabada, el formato ya representa una propuesta concreta o por hacer que es el propio recorrido del proyecto educativo y cultural pues incluye y acoge todo lo inesperado que es realmente la esencia de su “modo de presentación”. El formato será entonces, además de una elección posible en esta presencia pública, también una decisión que conlleva compromisos y transformación. Entonces, la “metodología” será la estela de la deriva del caminar (con procesos sin formato asociado o definido de antemano) y no ese itinerario previamente ya trazado por un ajeno, sino por un prójimo y un procomún.

Sin duda, es una herramienta, un modo de presentación y por tanto su aplicación depende del método.

Un formato sería un marco en el que encuadrar una acción, un punto de partida desde el que comenzamos un proceso. Un primer objetivo, quizá. Escogemos un formato u otro porque en un primer momento nos parece que puede resultarnos útil. Ahora bien, hay varios aspectos a tener en cuenta para que este formato no inhiba la creatividad. En primer lugar desarticular el lenguaje, vaciarlo y revisarlo de manera conjunta (determinados formatos pueden desinflarnos porque los sobre o los infravaloremos). En segundo lugar, permitir que, si bien se parte de un formato, este puede mutar, desaparecer, migrar, y que si queremos que verdaderamente sea algo vivo debemos permanecer abiertos a integrar esos cambios.

Un formato podría ser una estructura y el conjunto de características técnicas y de presentación de una acción, actividad, publicación, objeto… Los procesos siempre son importantes, son independientes de la metodología pero existen en la medida en que existe la escucha y el respeto a los tiempos de los agentes implicados en un contexto determinado.

En el ámbito de la cultura conocemos por formatos las distintas formas en las que puede articularse una actividad pública. Taller, presentación, encuentro, muestra instalación, mesa redonda, convocatoria, residencia de producción, performance, concierto, etc., son algunos de los más habituales, a los que más recientemente se han incorporado nuevos formatos, por ejemplo los que tienen lugar fuera de los espacios institucionales, como aquellas manifestaciones más cercanas al nuevo arte público, con aproximaciones más procesuales y colaborativas.
Además, cada vez cobra mayor importancia el marco del proyecto como contenedor que a su vez puede incluir una diversidad de formatos relacionados entre sí y que suceden a lo largo de un tiempo más extenso y en función de unos objetivos específicos.
Si además se trata de proyectos situados, se entienden como espacios en los que generar procesos de producción cultural relacionados con las problemáticas de un contexto, un grupo o una comunidad específicas, en los que se involucran las personas pertenecientes a dichos contextos o grupos. Es este caso, lo procesual cobra una importancia vital ya que este trabajo con las personas es el corazón mismo del proyecto. Se trata de procesos de generación de significados compartidos, que demandan metodologías específicas propias de los procesos participativos, las prácticas artísticas colaborativas, la mediación o la educación.

Además, frecuentemente, estas nuevas formas de producción cultural necesitan asimismo de nuevos formatos capaces de responder a las problemáticas con las que se enfrenta cada proyecto.

Personalmente entiendo que formato y metodología van de la mano, en cuanto a generar sentido y significado.
De todas formas, a estas alturas, a veces pienso que nos complicamos mucho la vida buscando formatos atractivos y supuestamente rompedores, cuando hay algo que siempre funciona y produce un proceso de aprendizaje y acercamiento: la capacidad de establecer diálogo con el otro y de acoger. Después, los diferentes formatos, espacios y metodologías permiten acoger públicos diferentes, maneras de ser diferentes, formas de participar distintas y oportunidades de experimentación, pero en muchas ocasiones pueden ser fuegos artificiales, sin más. Que a veces tampoco está mal y cumplen su función. Puede ser un comienzo dependiendo del receptor.
Los procesos de aprendizaje requieren repetición, podemos aprender porque estamos en un programa de larga duración o podemos aprender porque nos encontramos de manera reiterada con formatos y metodologías que, en su diferencia, atienden a un objetivo común y lo hacen de manera coherente.
Dentro de Educación Pantono, durante el primer año, se llevaron a cabo diferentes formatos, que en principio pretendían romper estructuras de poder, con el espacio y entre los participantes. Pues bien, ese objetivo no se ha conseguido, hasta hace una año y medio. Por mucho formato estupendo y distendido, que sin duda ayudaba, el imaginario impreso era tan potente, en especial en los que venían de la Facultad de Educación, que de manera invisible levantaba muchas barreras. Ahora muchas veces nos sentamos en torno a una mesa grande, en las horribles salas de la Facultad y hay mucha más fluidez y horizontalidad, también invisible, que se deja ver sobre todo cuando se incorporan nuevas personas para colaborar, que no conocen el proceso previo. Supongo que de tanto intentarlo hemos aprendido a tener una actitud, que ya no necesita tanto del formato para funcionar en el sentido que quiere hacerlo.
Lo importante es la capacidad de romper las relaciones de poder invisibles, tanto las personales como las del espacio, y eso para empezar parte de romper con esquemas impresos en nuestro inconsciente.

12. ¿Cómo plantear un punto de partida 'común' desde formatos que afecte tanto a las estructuras de la institución cultural como del centro escolar? ¿Hasta qué punto es posible poner los 'suelos de ambas a temblar'?

Para empezar a hacer esto hay que poner un lenguaje en común y si es poco habitual que en un centro educativo estén cerca de los lenguajes que se dan en una institución cultural más lejos están las instituciones culturales del «lenguaje educativo». El problema es que ambos escenarios son cambiantes y es por ello que es muy importante actualizarse. Quizás un buen ejercicio antes de poner algo a temblar es construir un glosario común.

Un grupo de personas, en uno u otro contexto, reflexionando y escuchándose, pero sobre todo haciendo para explorar los límites de su libertad real ya sería un punto de partida. Ambas instituciones establecen ficciones de libertad, pero de correa corta. Solamente hay que ponerse a correr por un pasillo de alguna escuela o museo para sondearlo.

Hasta ahora este punto en común se venía haciendo desde la disciplina artística. Quizá saliendo de lo disciplinario.

Quizás lo importante no sea proponer un mismo punto de partida u origen sino un mismo lugar de llegada o encuentro común. O “metas volantes” en las que podamos revisar y compartir los diferentes descubrimientos que se realizan en el proceso. Entendemos que esa es también la concepción de la diversidad, es decir, reconocer las diferentes idiosincrasias, pertenencias y biologías (el recorrido de lo biológico a lo cultural). Por lo tanto, el acento quizás deba ponerse en que el “punto de llegada” sea accesible para toda institución, ya sea socioeducativa o sociocultural, desde formatos que permitan ponerse de acuerdo y llegar a consensos en mismos o parecidos intereses. En este sentido, los suelos (o raíces) son necesarios y fijos en esa idea de la permanencia de la diversidad (si cambian, no seremos capaces de reconocer el punto de partida), pero las paredes y techos (o alas) pueden ser los cambiantes y sean los que “tiemblen” pues permiten vislumbrar nuevos horizontes y posibilidades en las sucesivas reformas de la casa común. Y aún más, la escuela y lo educativo deben situarse como estructura o referencia en ese marco securizante que proporciona el apego. Es la institución cultural la que acompaña a “volar” y ofrecer el inicio de una conversación que se sirva de un formato fuera de la programática, que colabore con la institución educativa a entender que el conocimiento es una práctica continuada y que “a veces separa lo que en la vida está unido” como proponen desde las escuelas de Reggio Emilia (Italia) para explicar que ese formato común ya existe, tan solo es necesario identificarlo, nombrarlo y otorgarle la importancia o lugar que le corresponde.

Definiendo claramente cuáles son los objetivos de ambos agentes y encontrando en ellos intereses comunes. De este modo se podrán evidenciar todos esos intereses productivistas que guían a ambas instituciones. Una vez evidenciados ante la sociedad no debe ser difícil identificar las grietas sobre las que será más sencillo actuar.

Es sencillo encontrar un punto de partida común, si bien no se si lo es tanto sostenerlo en el tiempo y de que vaya adquiriendo entidad. Este punto de partida nace de un diálogo y una relación de confianza mutua (que lógicamente ha tenido que ser nutrida desde antes), desde la que se puede sugerir un formato/s que aborden una temática que sea un desafío para las dos instituciones, y a partir de ahí permitir que esa propuesta inicial se desborde, se contamine y se transforme. Si verdaderamente ha surgido de cuestiones que realmente están en la agenda tanto de institución cultural como de escuelas, inmediatamente hará temblar el suelo porque esa hibridación nos llevará a lugares menos cómodos y transitados.

13. ¿Cómo posibilitamos relaciones estables, eficaces y sostenibles entre educación y cultura que prioricen foqrmatos centrados en lo reproductivo y no en lo productivo?

Evitando la precariedad permitimos la sostenibilidad a través de garantizar la estabilidad. Quizá eliminaría de esa triada la eficacia, porque los vínculos no siempre tienen que ser eficaces para ser reproductivos. Pero si estos vínculos se dan verdaderamente con una pervivencia en el tiempo esto hará emerger temas tangentes a ambos y que puedan ser verdaderamente escuchados, tratados y asimilados para que se conviertan en transformadores.

Generar redes de instituciones y agentes cómplices, con temáticas concretas y abiertas a la experimentalidad en sus prácticas y modos de relación, podría ser un camino.

Refundando la instituciones, su razón de ser en la sociedad.

Interpretando que el concepto o término «reproductivo» se refiere a lo que es o puede ser «transferible», no replicable y disponible o abierto para el uso de un colectivo, y entendiendo que lo «productivo» se refiere a lo que se inscribe en términos de rentabilidad y restricción para una «élite sociocultural», consideramos que las relaciones más estables-eficaces-sostenibles serían posibles en escenarios no eventuales y que permitieran crear el sentido de la pertenencia. Los formatos más idóneos serían pues aquellos que se fundamentaran y desarrollaran desde las propias experiencias de vida (biografías comunitarias) de lxs participantes como manera de visibilizar la inclusión, la participación y el intercambio entre la colectividad. Así, arte y cultura se (con)funden en un mismo correlato.

No sé si entiendo las acepciones de reproductivo y productivo aquí. Ni la distinción arte-cultura tampoco. Lo siento.
Formatos independientes, sin necesidades económicas o de otra índole.

14. ¿Es posible pensar en formatos replicables cuando es tan importante el trabajo 'situado'?

No es tanto pesar que sean replicables, sino que puedan servir de referencia en circunstancias similares. Podemos pensar en lo situado dentro de un abanico de posibilidades.

Quizás tenga sentido pensar en cajas de herramientas bien documentadas y no tanto en un formato cerrado que «compras» puedes colocar en algún sitio. Las herramientas no solemos documentarlas y por eso a veces no sabemos cómo funcionan las cosas.

El trabajo situado no debe convertirse en trabajo “validado”. La situación forma parte de un contexto reconocible por una serie de características que lo hacen interesante y permeable al proyecto, pero quizás no deba ser ámbito de replicación sino de aplicación posible. Los formatos replicables poseen como principal característica su descontextualización o mimetización en otro formato, es decir, se diluye su autenticidad y, sobre todo, no genera identificación y pertenencia en la comunidad implicada. Es correcto, desde nuestro punto de vista, que la situación sea seña de identidad y diversificación (que no diferenciación), pero ese “situacionismo” o situación construida es también una propuesta de organización colectiva o ámbito de experiencia con afán y pulsión de crecimiento, cambio y evolución gracias al juego de los acontecimientos y los sucesos. Es por ello que esa réplica puede entrar en conflicto con la diversidad cognitiva, afectiva, sensorial y corporal. E intentando debatir el trabajo situado (ya solo la palabra “trabajo” es compleja pues está atada o significada desde la instrumentalidad, operatividad y displacer), creemos que esa situación debería ser nómada, cambiante (pero no “mutante”, palabra de moda ahora incluso para nombrar a la familia), adaptable, flexible, abierta y siempre posible. Entonces ya no se entiende la réplica como alternativa pues el contexto será el “maestro” y las personas sus habitantes que dotan de singularidad y de todo lo extraordinario que acontece en el encuentro humano.

Es perfectamente posible, siempre que a la hora de la aplicación se haga una revisión contextualizada, conociendo ese contexto. Lo replicable puede contemplar que una fase previa siempre debe ser una cierta flexibilidad y diálogo sobre lo que puede suceder a partir de la propuesta.

Los formatos ya existentes pueden constituir un punto de partida orientativo para empezar a construir otros, interesándose por sus formas de hacer y para no partir siempre de cero, contando con la experiencia validada de otros.

Los formatos son objetos y pueden replicarse. La aplicación, lo metodológico, es lo que sitúa a los formatos.

Si el trabajo ‘situado’ ha de responder o articularse en función de las especificidades y necesidades de un grupo, comunidad, contexto o situación, los formatos han de ser capaces de adaptarse a cada una de las problemáticas con las que se enfrentan. Ello significa que no existen formatos universales que podamos replicar, pero quizá sí podamos pensar en ciertas matrices que se pueden transformar, combinar y adaptar tanto como sea necesario. Una matriz es un molde que se emplea para darle forma a algo. Es un soporte o un modelo que se adecúa en cada caso a la forma esperada. De manera análoga podríamos pensar en matrices capaces de generar los formatos adecuados para cada contexto específico.

El formato puede ser replicable como punto de partida, sobre todo porque nos puede dotar de una serie de herramientas útiles con las que comenzar un proceso, pero debemos contextualizarlo y abrirnos a la posibilidad de que este formato pueda mutar parcial o completamente. Es decir, que no por tener un formato ya establecido perdamos la esencia de la escucha de cada una de sus partes y permitiendo que tengan vida propia.

Es posible si pensamos los formatos como una estructura que puede mutar. Los centros de interés de cada proyecto-formato han de variar en función del contexto singular. Para que se genere aprendizaje significativo se ha de partir de los interés de los agentes implicados, de un trabajo situado.

15. ¿Qué relaciones de poder-saber fomenta, impulsa, estimula un formato? ¿Son sólo válidos los formatos de expertizaje?

Los formatos de expertizaje no son los únicos válidos, pero a veces resulta interesante observar cómo son requeridos. Otra cosa es como ese expertizaje actúa. Muchas veces cuando invitas a la participación en un proceso de mediación desde preguntas que pretenden generar horizontalidad es el propio participante quien te interpela y quiere que tú, como “experta” le cuentes y les expliques.
En el caso de la educación formal, en el ámbito que yo conozco, que es la formación de profesorado, se hace aún más complejo. Romper el formato en una asignatura de manera aislada, supone entrar en conflicto con el contexto y sus normas, no tanto el profesor, sino el propio alumno. De manera que en ocasiones esa ruptura de formato, que fuera del contexto obligatorio puede ser deseable, en el contexto obligatorio genera rechazo, puesto que supone un esfuerzo adicional para las partes. Lo mismo ocurre en la institución cultural, si hablamos de museos y salas, el propio imaginario de muchos, empuja a un comportamiento que demanda casi inconscientemente, el formato con el que se está familiarizado y le supone un esfuerzo entrar en otras dinámicas.

Las relaciones de poder y saber deberían ir separadas pues si el poder se basa en el saber o el saber en el poder (peor aún) estaríamos atentando contra los mismos cimientos de una sociedad democrática y una educación que tiene entre sus principales objetivos la compensación de las desigualdades de toda índole. Es cierto que el saber es prestigio social, personal y profesional, pero debería ser puesto al servicio de la colectividad pues ese (re)conocimiento es un bien intangible heredado al que tanto educadores, artistas o gestores culturales, por ejemplo, van realizando mínimas aportaciones a ese gran relato que es la cultura humana. Explicado esto y concretando en su relación con los “formatos”, si bien es cierto que hacen posible y democratizan su difusión o acceso, también es cierto que pueden ser un riesgo pues el formato de “autor” o de autoría impone ya un estilo, estética y modo de presentación que tiende a perpetuarse y crear tendencia. Es decir, se instala y crea parcelas o fragmentación de lo que, inicialmente, se ideó o propuso como un medio y no un fin. La revisión de ese formato se hace necesaria desde un debate continuo pues, aunque el “expertizaje” es un valor que genera confianza, también puede crear un modelo del que se hace difícil salir de él pues se suele atender antes lo urgente que lo importante, tanto en la escuela como en cualquier institución cultural, social o artística. Y pueden ser válidos estos formatos, indudablemente, pero deberían tener un periodo de caducidad que se revisaran al igual que otras instituciones democráticas en plazos conocidos y asumidos por tod@s. Así, el formato debe convertirse en aliado y oposición y no en tirano e imposición. De esta manera el saber será social y no individual y las relaciones desde el poder se minimizarán y transformarán en vínculos desde el Ser. Y los “expertos” o referencias de ese expertizaje serán entonces los mediadores en toda comunidad de interpretación que decide cual quiere que sea su formato como manifestación de su identidad y voluntad.

Como no somos marcianos, los formatos reproducen todo lo humano: subjetividades, desigualdades, injusticias… Parece que hay interés en plantearse formatos que se dan la vuelta y enseñan lo que son, pero si dices que quieres escuchar, participar, abrir la jerarquía de saberes, tienes que hacerlo de verdad y asumir el cambio y la consecuencia. En una sociedad individualista capitalista no estamos muy equipados para esto.

Un formato, como cualquier objeto o herramienta puede ser usado de formas múltiples. Unas positivas, otras no tanto. Lo importante deben ser las formas en las que los aplicamos, las metodologías.

Los espacios compartidos en arte y educación deben contemplar el amateurismo y el error como puntos clave, para llegar a la sorpresa de lo que que podemos alcanzar juntxs.

Esta relación nos conduce a pensar sobre el tipo de conocimientos que deseamos crear, formar y diseminar. Nos interpela sobre qué saberes queremos (re)presentar o visualizar, y sobre todo cómo construimos nosotras mismas nuestros saberes.
Cuestionamiento de los saberes hegemónicos.

No se si he comprendido del todo bien la pregunta, pero responderé con lo que creo haber entendido. La elección del formato condiciona ya unas determinadas relaciones de poder que hay que conocer y tener en cuenta para tratar de paliar. Saber que el propio lenguaje a veces ya está condicionando una determinada acción/reacción, ante la que hay que tratar de ir más allá. No considero que solo sean válidos los formatos de expertizaje, de hecho considero que si hay alguno que no es válido a día de hoy es ese para una relación saludable entre escuela e institución cultural. Se trata de escoger un formato como un marco, pero luego permitir que ese marco sea trascendido y que se produzca una interacción real.

Hay muchos tipos de saberes y formatos pero todos son igual de válidos. Los formatos pueden fomentar diferentes relaciones de poder/ saber siempre y cuando se impongan y no seamos capaces de ser flexibles en los contextos y en el desarrollo de los procesos. Los formatos de expertizaje representan solo un tipo de saber, deberíamos valorar además, si por pertenecer a esta categoría, este tipo de formato es válido siempre sin pensar en un contexto y proyecto concreto.

Organización

Asociación sin ánimo de lucro con sede en Madrid concebida como laboratorio para la producción de proyectos e innovación social. Fundada en 2002, hablarenarte conforma un ecosistema de proyectos culturales independientes y sostenibles que apuestan por la hibridación y la colaboración como piedra angular de la organización.
Los programas de hablarenarte tienen sus raíces en los campos de la creación contemporánea, mediación y la innovación social, y se desarrollan a través de un amplia variedad de proyectos y redes internacionales.
En definitiva, trabajamos generando contextos de posibilidad en diálogo con diversos agentes culturales y artísticos a nivel local a internacional, y en sintonía con las problemáticas y emergencias que nos atraviesan tanto a nivel colectivo como personal.
hablarenarte.com

Promueven
el proyecto:

Medialab Prado es un laboratorio ciudadano que funciona como lugar de encuentro para la producción de proyectos culturales abiertos. Cualquier persona puede hacer propuestas o sumarse a otras y llevarlas a cabo de manera colaborativa. La actividad se estructura en grupos de trabajo, convocatorias abiertas para la producción de proyectos, investigación colaborativa y comunidades de aprendizaje en torno a temas muy diversos.

Cultural and Creative Spaces and Cities (CCSC) es un proyecto de análisis de políticas
culturales apoyado por el programa Creative Europe de la Unión Europea. Durante dos años y medio, el proyecto conectará iniciativas ciudadanas y espacios culturales con los responsables políticos locales a través de procesos participativos. El objetivo es destacar aquellas iniciativas artísticas y culturales de base que activamente transforman los espacios públicos y las ciudades, y desde esta praxis proponer un compendio de recomendaciones y propuestas a implementarse en la UE.

El proyecto está desarrollado por un consorcio de 10 organizaciones:

  • Trans Europe Halles (Suecia), European Cultural Foundation (Amsterdam), Peer2Peer
    Foundation (Holanda y Grecia), Universidad de Amberes – Prof. Pascal Gielen (Belgica)
  • Laboratorios Urbanos: City of Lund (Suecia), Northern Tzoumerka (Grecia), Region de Skåne (Suecia), Ambasada (Rumania), CIKE (Eslovaquia), Kaapeli (Finlandia) y Hablarenarte (España).

spacesancities.com hablarenarte.com

Participación
internacional:

Diseño gráfico Diego Calvo Cubero

Desarrollo web Jan Bosowski

Calendario

SESIONES DE DESARROLLO DEL TALLER

1-7
de junio
2020

CONTEXTUALIZACIÓN

SESIÓN 1

La primera fase consiste en el manejo individual y libre de los recursos de contexto y la familiarización con las herramientas de trabajo.

DONDE: sección laboratorio en escueladeatencionmutua.com

8-9
de junio
2020

ATERRIZAJE EN LAS TEMÁTICAS Y TRABAJO INDIVIDUAL DE CUESTIONAMIENTO

SESIÓN 2

Esta segunda fase requiere el trabajo individual flexible de cada participante en la mesa de trabajo de su grupo temático de Miro (ver participantes).

DONDE: mesas de trabajo virtual de miro
CUANDO: horario flexible 

10
de junio
2020

ANÁLISIS Y SELECCIÓN
DE PREGUNTAS

SESIÓN 3

Trabajo virtual por grupos temáticos vía videoconferencia para escucharnos y compartir nuestro análisis de las preguntas surgidas. El encuentro culminará en la selección de las 5 preguntas más significativas, entre todas las formuladas de manera individual.

DONDE: mesas de trabajo virtual de miro,sala de Jitsi
CUANDO: 

grupo 1. cuidados y relaciones de 10 a 12 h.

grupo 2. lo no previsto de 12 a 14 h.

grupo 3. formatos de 16 a 18 h.

11-16
de junio
2020

JUEGO
NO-TRIVIAL

SESIÓN 4

Juego de preguntas y respuestas. Las 15 preguntas (5 por grupo temático) se desplegarán para ser contestadas por todos los participantes de manera flexible y anónima.

DONDE: sección no-trivial en escueladeatencionmutua.com
CUANDO: horario flexible

17-18
de junio
2020

ANÁLISIS DE RESPUESTAS Y FORMULACIÓN DE RECOMENDACIONES

SESIÓN 5

Requiere del trabajo individual flexible de cada participante durante el periodo marcado.

DONDE: mesas de trabajo virtual de miro
CUANDO: horario flexible

19
de junio
2020

PUESTA EN COMÚN
Y SELECCIÓN

SESIÓN 6

Trabajo virtual por grupos temáticos vía videoconferencia para poner en común los análisis y recomendaciones individuales, enriquecerlas, y seleccionar las más relevantes a compartir con todxs los participantes en el encuentro final.

DONDE: mesas de trabajo virtual de miro,sala de Jitsi
CUANDO: 

grupo 1. cuidados y relaciones de 10 a 11:30 h.

grupo 2. lo no previsto de 12 a 13:30 h.

grupo 3. formatos de 16 a 17:30 h.

19
de junio
2020

CONCLUSIONES
Y REFLEXIÓN FINAL

SESIÓN 7

Videoconferencia colectiva para poner en común nuestras conclusiones y reflexiones al grupo general.

DONDE: mesas de trabajo virtual de miro, sala de Jitsi
CUANDO: de 17:30 a 19:30h. (para todxs los participantes)

23
de junio

asamblea con los socios europeos de CCSC

FASE
VOLUNTARIA

Videoconferencia colectiva voluntaria para trazar puentes entre las conclusiones locales y experiencias/recomendaciones de otros contextos europeos.

DONDE: sala de Jitsi
CUANDO: de 16 a 18h. (para todxs los participantes)

Participantes

Cuidados y relaciones

Para sentar las bases de una cooperación sostenible y coherente, pero también arriesgada para el escenario que vivimos (más allá de lo explorado), consideramos que es necesario revisar las reglas no escritas que reproducen relaciones de poder de los agentes, instituciones y sujetos implicados en estas prácticas, de cara a generar una redistribución efectiva del cuidado, la voz y las responsabilidades.
marta garcia cano

Marta Garcia Cano

Docente UCM, mediadora cultural, artista

Educación panTONO

Educación Pantono surge a raíz de un proyecto llevado a cabo dentro del Grupo de Educación de Matadero Madrid, que toma como punto de partida un colectivo de alumnos y profesoras de arte de la Facultad de Educación de la UCM para crear comunidad, pensar la Educación y construir vínculos entre la Institución cultural y Educativa, especialmente la formación de profesorado.
Tras casi cuatro años se ha convertido, #pocoapoco, en un colectivo multidisciplinar, horizontal y abierto, atravesado por los intereses de una sociedad contemporánea y crítica, que trabaja e investiga sobre formas de establecer vínculos personales e institucionales que favorezcan el conocimiento mutuo y un pensamiento pedagógico atento a su contexto.
En el año 2018 dentro de la publicación Pedagogías feministas, políticas de cuidad y educación y bajo el épigrafe CARTOGRAFÍA DE UNA REALIDAD, se describe parte de su desarrollo

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marta-de-gonzalo-publio-peraz-prieto

Marta de Gonzalo
y Publio Pérez Prieto

artistas y profesores de secundaria

Aunque ya tiene muchos años (2008), todo lo que nos llevó a detectar la necesidad de una alfabetización audiovisual desde que comenzamos a dar clase en secundaria en 1999, y la necesidad de aunar la práctica educativa con la artística, fue el inicio muchos desarrollos en campos diversos y necesidad de juntarnos con otros a hacer y pensar que vinieron después.

En su versión libro, recopila materiales teóricos, artísticos y didácticos del proyecto sobre educación y alfabetización audiovisual, e incluye una edición en DVD del trabajo en vídeo. Ofrece a los educadores una guía de análisis del mismo, para así seleccionar los ejes temáticos de educación, alfabetización audiovisual, experiencia estética, relatos, culturas, políticas, cuerpo y biografía con los que trabajar con sus alumnos.

Esta publicación se distribuye de forma gratuita.

link

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jose-cano

Jose Campos

Coordinador educación y mediación Consorci de Museusde la Comunitat Valenciana

El Área de Educación y Mediación del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana-CMCV entiende la educación como una práctica cultural autónoma, con sentido propio, por lo que se presenta como una de las líneas intelectuales esenciales dentro del proyecto del CMCV y trabaja para que los museos y centros culturales que forman parte de esta red se acerquen a las necesidades de las comunidades donde se ubican, generando espacios en los que experimentar nuevas formas de ciudadanía cultural a través de diferentes programas educativos que hibridan tres entornos: Museo, Escuela y Comunidad.

El Consorci de Museus trabaja, a través de diferentes programas, la activación educativa de las prácticas artísticas contemporáneas en las aulas, con la intención de visibilizar el arte y los procesos de creación contemporánea como instrumentos de expresión, pero también de aprendizaje, de comprensión y reflexión de la realidad, promoviendo una actualización pedagógica mediante el trabajo colaborativo y en contexto.

RESISTÈNCIES ARTÍSTIQUES. Con el objetivo de incorporar los lenguajes de la creación contemporánea en los procesos de aprendizaje y crear entornos de trabajo colaborativos que unan arte y educación, se formula esta convocatoria pública que ha seleccionado más sesenta proyectos artísticos colaborativos .

Este programa se desarrolla en colaboración con el CEFIRE Artisticoexpressiu en centros escolares de la Comunitat Valenciana.

TRANSVERSALIA. Este es un proyecto de formación al profesorado que indaga en las relaciones entre las prácticas artísticas y educativas a través de talleres, seminarios y recursos online. Estas experiencias operan como espacios propositivos, laboratorios pedagógicos desde los que formular respuestas y diseñar experiencias, situaciones y materiales para activar en las aulas desde las prácticas artísticas contemporáneas.
En estos talleres transformamos el formato expositivo en relato crítico susceptible de ser abordado y transformado desde múltiples perspectivas. La exposición se transforma en voz y relato, en material de trabajo flexible a partir del cual, y de la mano de artistas, comisarios y educadores, trazamos aproximaciones pedagógicas vinculadas al currículo, a la vida en el aula y a los aprendizajes compartidos.

Este programa, comisariado por Clara Boj, se desarrolla en colaboración con el CEFIRE artísticoexpresivo en centros escolares de la Comunitat Valenciana.

PLANEA. Red de centros comprometidos con la innovación educativa a través del arte; un laboratorio donde prototipar prácticas educativas; una plataforma para promover el papel del arte en la escuela; una red abierta a múltiples colaboradores; un programa impulsado por la Fundación Daniel y Nina Carasso, en colaboración con Pedagogías invisibles, PERMEA-CMCV y ZEMOS98

PERMEA. El Programa Experimental en Mediación y Educación a través del Arte PERMEA es un programa de formación que aborda de manera holística y experimental los saberes involucrados en la creación de proyectos de mediación artística, tanto en los espacios institucionales del arte y la educación como en otros contextos sociales, desde una perspectiva crítica, generadora y empoderadora, con capacidad de agencia y emancipación.

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Pedro Jiménez

ZEMOS98 / PLANEA, red de arte y escuela

Una red de centros educativos, agentes e instituciones culturales que se comprometen a utilizar las prácticas artísticas en la escuela pública de manera transversal, situada en los territorios y con vocación de generalización y permanencia. La red se da un plazo de cinco cursos para prototipar, evaluar y recopilar aprendizajes sobre los modos y las formas de producir cambios significativos en los centros educativos, en las consejerías de educación y en su ecosistema más cercano, a través de las prácticas artísticas. Está impulsada por la Fundación Daniel y Nina Carasso y se articula mediante la mediación en tres territorios: Pedagogías Invisibles (Comunidad de Madrid), PERMEA (Comunitat Valenciana) y ZEMOS98 (Andalucía). La gobernanza y fórmulas de gestión de la red forman parte de este prototipado a cinco años.

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Zoe López Mediero y Paca Blanco

Equipo curatorial de Intermediae (Matadero)

Esta línea de trabajo trata de abordar el papel de las instituciones culturales con respecto a la infancia y las comunidades que crían. Tiene el objetivo de crear una programación que contribuya a construir y fortalecer lazos comunitarios, a crear redes de apoyo mutuo y entornos de intercambio con proyectos activos en la intersección entre la educación, la creación contemporánea y los cuidados.

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Lo no previsto

Siendo conscientes de la incertidumbre que habita en nuestros ámbitos hoy, invitamos a este grupo a repensar nuestras alianzas para el futuro desde el análisis de nuestras necesidades presentes.
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Tanit Lagüéns Casas

Profesora Interina Educación Secundaria

Musaraña es un proyecto en el que se busca establecer redes entre docentes innovadores, el museo y los centros educativos. Estas redes se despliegan a varios niveles: en el espacio virtual, a través de la plataforma de recursos que van creando y compartiendo los miembros de la comunidad; en los encuentros presenciales, que se llevan a cabo con regularidad (Comienzan las clases, Al salir de clase, Un espacio para hablar, Terminan las clases o Laboratorio Estival Docente); en proyectos de activación intercentro, como Big Valise, en donde una maleta va viajando desde el museo por distintos centros, llenándose y transformándose en cada parada;  o en el espacio Arrimar el hombro, en el que aquellos miembros de la comunidad que así lo deseen pueden participar en las muchas tareas que surgen a partir de las actividades realizadas. Para los docentes que participamos en esta comunidad, Musaraña es un espacio de empoderamiento desde el que acercar al alumnado a las propuestas del museo, y viceversa.

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Cristian Añó Frohilich

Dirección Oficina Técnica Programa Interseccions

Interseccions es un programa impulsado desde el 2016 por el Ayuntamiento del Prat de Llobregat con el objetivo de situar la educación y la cultura como ejes estratégicos de ciudad, y motor de transformación social.

Es una propuesta de ámbito de ciudad que involucra a todo el tejido sociocultural del municipio, centros educativos, equipamientos culturales, comunidades educativas, entidades culturales y ciudadanía.

A través de este programa se ponen las condiciones para tejer un proyecto educativo global de ciudad que genere contextos de aprendizaje. Se trata de un trabajo en red, articulado desde la corresponsabilidad para alcanzar objetivos comunes a todos los agentes de la ciudad.

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aljuego

Javier Abad Molina + Angeles Ruiz de Velasco Gálvez

DOCTORES EN BELLAS ARTES Y PEDAGOGÍA. PROFESORES UNIVERSITARIOS DE EDUCACIÒN. ARTISTA COMUNITARIO Y PSICOMOTRICISTA

Las instalaciones de Juego es una propuesta educativa para la primera infancia en contextos comunitarios, concebida desde la presentación estética de unos objetos específicos en un espacio transformable que se dispone para favorecer el vínculo y las relaciones entre un grupo de niñxs y sus adultos referentes (educadores y familias) que acompañan y dan sentido al desarrollo de los procesos simbólicos mediante la palabra y el reconocimiento de la mirada. Son pues lugares de relato compartido y encuentro en la lúdica para contar una historia que se reescribe desvelando el quien soy nosotros. Es decir, un medio espacial-representacional del imaginario afectivo en un ámbito de posibilidad que propone ir más allá de lo puramente manipulativo, perceptivo o sensorial para ir en pos de lo simbólico, narrativo y relacional.

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medialabprado

Marcos García y Javier Laporta Durante

Coordinación de los programas de mediación en Medialab Prado

Medialab Prado es un laboratorio ciudadano que funciona como lugar de encuentro para la producción de proyectos culturales abiertos. Cualquier persona puede hacer propuestas o sumarse a otras y llevarlas a cabo de manera colaborativa. La actividad se estructura en grupos de trabajo, convocatorias abiertas para la producción de proyectos, investigación colaborativa y comunidades de aprendizaje en torno a temas muy diversos.
En concreto dentro del proyecto yo me encargo de la mediación, una parte fundamental dentro del funcionamiento del centro.  Se lleva a cabo principalmente por los mediadores culturales, presentes siempre en el espacio de actividades para que éste sea un lugar no sólo de emisión de información, sino también de recepción, de encuentro y conexión entre agentes diversos; los mediadores son al mismo tiempo investigadores y agentes socio-culturales que favorecen el que las actividades programadas resulten en una experiencia productiva y significativa para todo tipo de público.
Yo también soy parte del equipo de programación y llevo muchas de la actividades más relacionadas con la comunidad educativa y el aprendizaje.

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acaso

María Acaso y Cristina Gutiérrez Andérez

Coord. Sección Escuelas/Área de Educación MNCARS

Programación 2019-2020 GIRA Sección Escuelas Área de Educación MNCRA.

Formatos

Desde la experiencia y el conocimiento de la diversidad formatos de colaboración escuela-agente cultural ya transitados, deseamos extraer las claves que promueven la verdadera democratización/participación cultural horizontal.

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Irene Pomar Marcos

Co-fundadora de Plataforma Indómita

Resumen del proyecto:Es un programa dirigido a colectivos (escolares, asociaciones, agrupaciones, con especial atención a sectores en
riesgo de exclusión social), que no sólo visiten, participen y mantengan un diálogo crítico con contenidos existentes, sino que estén interesadxs en generarlos desde cero como co-comisarixs: desarrollando y compartiendo su discurso, contando con la exposición (en su sentido más amplio) como medio de investigación, creación y de difusión: desde la primera idea, la selección y producción de obra, hasta la gestión de préstamos, colaboraciones con artistas, montaje y diseño de los dispositivos de comunicación en sala.

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Andrea de Pascual

Pedagogías Invisibles

Una red de centros educativos, agentes e instituciones culturales que se comprometen a utilizar las prácticas artísticas en la escuela pública de manera transversal, situada en los territorios y con vocación de generalización y permanencia. La red se da un plazo de cinco cursos para prototipar, evaluar y recopilar aprendizajes sobre los modos y las formas de producir cambios significativos en los centros educativos, en las consejerías de educación y en su ecosistema más cercano, a través de las prácticas artísticas.

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Rufino Ferreras

Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

Esta propuesta no es tanto un proyecto, sino una línea de trabajo que atraviesa muchos proyectos, programas y laboratorios del Área. Es un enfoque en el que el Museo rompe con formatos tradicionales en el que ofrece un contenido o una acción educativa, y busca modelos de escucha y creación compartida con otros agentes y colectivos. En esta línea trabajan proyectos como el Laboratorio de innovación docente Musaraña, el programa de actividades en el entorno de la educación social Hecho a medida, el Laboratorio de experimentación documental (Docuwebs), Narraciones gráficas, Tránsitos y miradas o Nubla.

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Leire San Martin y Andrea Arrizabalaga

Responsable mediación Tabakalera / Cooperativa Artaziak

Periferias escolares es una convocatoria anual para desarrollar un proyecto colaborativo de arte y educación en los espacios de la escuela, del barrio o de la ciudad. Es una oportunidad para repensar los modos de trabajo y poner en marcha procesos de aprendizaje de largo recorrido que refuercen las alianzas con la comunidad educativa.

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María José Ollero

María José Ollero Alameda

artista/docente secundaria universidad

Formo parte de varios proyectos extendidos en el tiempo, con un quehacer continuado, cotidiano y la mayor parte del tiempo silencioso: Las Lindes (grupo de investigación y acción acerca de educación, arte y prácticas culturales), Enterarte (Arte, creatividad y educación) y al Colectivo artístico Tuiza interesado en miradas decoloniales.

LAS LINDES.
Hace diez años un grupo de artistas, educadoras y profesores lanzamos una convocatoria para iniciar un grupo de investigación en torno al arte, la educación y las prácticas culturales. Aquella primera reunión tuvo lugar en octubre de 2009 y dio comienzo a la actividad pública de las lindes. Se iniciaba con ello un archivo de experiencias y encuentros, muchos en forma de vídeos con debates, recursos pedagógicos, lecturas de textos, así como otros materiales y traducciones de textos a disposición de la comunidad artística y educativa. Uno de los objetivos que movilizaba aquella llamada era el de crear una comunidad de pensamiento y práctica en torno a la educación para por un lado sustraerla de los debates habituales en los medios de comunicación, y por otro para reclamar la educación como práctica cultural independiente ante la continua precarización material e intelectual de los educadores de museos cuando no cooptación de lo pedagógico por parte de los discursos curatoriales al calor del giro educativo en boga.

Las lindes continúa reuniéndose periódicamente para investigar y experimentar, y a la vez que convocaba reuniones públicas de lectura colectiva o talleres, actualmente se encuentra trabajado en la producción de un audiovisual en el que, más allá de hacer un diagnóstico de la realidad o debatir sobre conceptos que por su excesivo uso empiezan a estar desgastados, sea una invitación a hacer.

EnterArte.
Grupo de trabajo del Movimiento de Renovación Pedagógica “Acción Educativa”, quiere propiciar la reflexión, la investigación y la creación en el ámbito educativo, para generar, gestionar y desarrollar proyectos innovadores de educación artística.
Constituido fundamentalmente por docentes de todos los niveles educativos, EnterArte pretende la colaboración con artistas, educadores de museos, investigadores, formadores, asesores de formación, gestores culturales y todos aquellos profesionales interesados en acercar el arte a la escuela y trasladar las creaciones de niños, adolescentes y jóvenes al medio socio-cultural. Nuestro trabajo se identifica con el lema de “aprender creando y crear aprendiendo”.
Propone la búsqueda de nuevos lenguajes visuales y plásticos en el centro educativo, desarrollando metodologías activas en el aula, fomentando la creatividad como eje globalizador de los aprendizajes, investigando en el entorno, descubriendo otras realidades socioculturales, comunicándose con entidades culturales y museos.
Desde su fundación en el año 1998, el grupo EnterArte ha llevado a cabo diversos proyectos en el ámbito educativo y artístico, abriendo procesos de investigación, en los que se ponían en valor la metodología empleada en el aula y la participación de toda la comunidad educativa: docentes, familias y educandos. Ello ha permitido la emoción de compartir, aprender, construir y crear juntos.
Parte de los resultados de los citados proyectos, ha tenido la posibilidad de exponerse en museos, centros culturales o educativos de la Comunidad de Madrid, como un elemento complementario del proceso desarrollado en los centros educativos. Ello ha permitido hacer visible la expresión de grandes y pequeños.

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Mediación

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Sofía de Juan

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Elana Lasala

Flavia Introzzi

Flavia Introzzi